Rainer Tuñón C.
En la galería de asesinos contemporáneos del cine norteamericano Jason Voorhees, Michael Myers, Ghostface, Leatherface, Chucky, Jigsaw y Hannibal Lecter sobresalen como los criminales más recordados; sin embargo, Freddy Krueger es sin lugar a dudas el icono por excelencia que exporta el cine de terror.
En 1984 empezó la leyenda. Wes Craven escribió y dirigió una historia tomando como referente geográfico una calle existente en todas las ciudades grandes de Norteamérica: la calle Elm, en donde se encuentran residenciales suburbanos de la clase media promedio.
El sueño, la paranoia suburbana y el cansancio fueron las cargas del terror aplicadas a las víctimas que tenían que mantenerse despiertas y vigilantes ante el ataque de Freddy Krueger.
El resultado fue un enorme éxito. Craven logró que Krueger se convirtiera rápidamente en un fenómeno de mercadotecnia y al mismo tiempo lanzó a la fama mundial a Robert Englund, un actor de teatro y cine que dio vida al asesino de los sueños.
“Pesadilla en la calle Elm” fue un contundente ejemplo de la renovación del género “slasher” y sus secuelas interminables poco a poco agotarían la cantera, hasta que los productores lograron unir a Freddy con Jason Voorhees para la cinta “Freddy vs. Jason”, del año 2003, que dirigió Ronnie Yu (“El hijo de Chucky”); sin embargo aún faltaba algo qué contar.
Ahora, aprovechando el tiempo de los “remakes” hechos con escuela y talento videoclipero, un nuevo actor entra para encarnar a Freddy. Se trata de Jackie Earle Haley (interpretó a Rorchach en la subvalorada versión cinematográfica de “Watchmen”), con una nueva expresión facial para distanciarse del conocido asesino de los sueños.
Para el nuevo diseño del rostro de Krueger, se buscó la fórmula de las quemaduras reales. Los especialistas en maquillaje que trabajaron anteriormente en Batman: El caballero de la noche arreglaron los mínimos detalles aplicando la técnica de CGI (animaciones generadas por computadora) para la cara de Freddy y utilizando además prótesis individuales desde la cabeza hasta la espalda del actor.
En sí, la cinta profundiza en el mito y sus productores prefirieron identificarse con la narración del origen del mal, pero con cierta pobreza narrativa. Lo bueno, definitivamente ver la presencia de un actor del calibre de Earle Haley, impecable en el filme “Little Children” y “La isla siniestra”, al representar al aterrorizante y gracioso Englund.
Lo incómodo es que ni iguala ni supera al relato original de Craven, a pesar de superar en presupuesto, calidad, vísceras y baños de sangre. La nueva versión de Pesadilla en la calle del Infierno cae en el universo de películas que definitivamente no dan miedo, por lo poco que aporta al género.
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martes, 1 de junio de 2010
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