Rainer Tuñón Cantillo
Por definición, un superhéroe es un personaje creado por la literatura popular del siglo XX cuyas habilidades superan a las del héroe épico y tradicional, aquel que contaba con fuerza sobre humana y personalidad idealizada que le permitía realizar hazañas que los historiadores y cuentistas han contado como legendarias.
A través de los clásicos de la cultura popular nos hemos identificado con “El Hombre Araña”, “Hulk”, “Batman”, “Superman”, “X Men”, “Thor”, “La Mujer Maravilla”, “Capitán América”, entre decenas más que DC Comics o Marvel Comics han ilustrado para generaciones enteras; sin embargo el cine y la literatura han reconstruido esos neo mitos y generando personajes sin habilidades, pero con deseos de convertirse en superhéroes.
Asimismo, los ciudadanos -fuera del mito del superhéroe - se han convertido en vigilantes, haciendo que el cine los idealice en películas tan interesantes como “El vengador anónimo”, con el mítico Charles Bronson, “El Exterminador”, con Robert Ginty o más recientemente “The Brave One”, de Neil Jordan, con una impecable Jodie Foster, “Hombre en llamas”, con Denzel Washington, “Búsqueda Implacable” con Liam Neeson o Kevin Bacon y Gerard Butler haciendo de vengadores del delito en filmes como “Sentencia de muerte” y “El Vengador”, respectivamente.
El cine ha logrado trasladar el mito del superhéroe a la cotidianeidad y ello nos ha llevado a revisar productos tan dispares como “Las aventuras de El Frenético y Go Girl”, “Se busca héroe”, con el difunto John Ritter; “Mistery Men”, dirigida por Ben Stiller; “Unbreakable”, de M. Night Shyamalan; “El Cuervo”, de Alex Proyas, “Darkman”, dirigida por Sam Raimi, “Watchmen”, Orgazmo, de Trey Parker; “Condorman”, “Pootie Tang” o “Blankman”, de los cuales se realmente se destaca “Kick-Ass” como el mejor de los ejemplos en esta sub categoría del género de súper héroes.
En realidad, “Kick-Ass” proviene de un comic de Mark Millar y John Romita que empezó a publicarse hace dos años, en el cual su protagonista es un adolescente newyorkino fanático de los comics que decide convertirse en superhéroe sin poseer ninguna habilidad, para luchar contra el crimen.
En el trayecto, es apuñalado y atropellado, recibiendo atención médica inmediata y placas de acero en su cabeza. Así, retoma el oficio y luego de defender a un ciudadano y recibir una soberana paliza en esa faena, es filmado, posteado en Youtube y bautizado como “Kick-Ass”.
El nuevo héroe abre una cuenta en my space, anda promocionándose por Facebook y cuenta con una legión de seguidores que igual que él necesitan ser superhéroes “de a pie”.
El trabajo diario lo lleva a encontrarse en una situación de muerte y este episodio provoca que aparezca al rescate “Hit Girl”, una niña con habilidades asesinas (la Natalie Portman de “El profesional” es un detalle), quien salva al muchacho de una muerte segura. Hit Girl, en realidad es hija de Big Daddy, un ex policía que busca vengarse del jefe de la mafia que mató a su esposa y lo llevó a la cárcel.
También aparece otro personaje, Red Mist, quien hace de “side-kick” en las calles, cuando en realidad es el hijo del jefe de la mafia que descubre que puede ser un “aliado” del superhéroe.
Lo acertado de este filme, a parte de la capacidad de Mathew Vaughn de condensar el comic en una película estructurada, controversial y poco digerible para el público acostumbrado a ver cine de superhéroes o comedias tontorronas sobre gente normal con habilidades especiales, es la mezcla perfecta entre la comedia negra y el poderoso cine de acción que pone el dedo en la llaga.
Ofrezco coberturas y estrategias de comunicación para potenciar la difusión de contenidos y eventos culturales impulsando su alcance en medios y plataformas de comunicación social.
miércoles, 14 de julio de 2010
Hachikō y las lecciones de vida
Rainer Tuñón C.
En la estación de trenes de Shibuya, Japón, se conserva la estatua de un can de la raza Akita llamado Hachikō, muy representativa en esa ciudad. Según la historia, el perro acompañaba a su amo, un profesor de la Universidad de Tokio, todas las mañanas hasta la estación donde tomaba el tren para ir a su trabajo.
El profesor fallece en 1925, pero el perro, por diez años acudía al andén todos los días para esperarlo, hasta su muerte. La devoción de Hachikō conmovió a todo el país y en la actualidad es uno de los relatos más interesantes sobre la fidelidad canina.
La historia de la mascota fue llevada al cine en 1987 bajo el título: “Hachikō monogatari”, dirigida por Seijirô Kôyama y recientemente le hicieron una versión norteamericana que actualmente se está perdiendo en la cartelera de cine de la localidad (si es que no se ha ido), con las actuaciones de Richard Gere (“Mujer Bonita”) y Joan Allen (“La Supremacía Bourne”), dirigidos por Lasse Halström, realizador sueco que se destacó en los años ochenta por su inmortal “Mi vida como perro” y se consolidó años más tarde en los Estados Unidos con “¿Qué come Gilbert Grape?”,“Las reglas de la vida”, “Chocolate” y “The Shipping News”.
En la nueva versión titulada “Siempre a tu lado”, Gere encarna al profesor Parker Wilson, quien se encuentra con la mascota y decide conservarla. La relación entre ambos crece y se fortifica, al punto que todos los días el can esperaba a su amo en la estación del tren hasta que ocurre lo que narramos anteriormente.
La historia se acerca al relato japonés, pero no aporta elementos que la conviertan en un clásico del género. Por fortuna, la sencillez de Gere y Allen, así como el guión de Stephen Lindsley, convierten a esto pequeño filme en una experiencia familiar que vale la pena disfrutarla, en medio de una temporada cargada de estrenos del verano norteamericano.
Recordemos que el cine ha aportado sus mascotas estelares, comenzando con la eterna Lassie y Rin Tin Tin (que incluso tiene su huella en el Paseo de la Fama), continuando con Milú (el perro de Tintín), la dupla de Disney: los reconocidos Pluto y Goofy y reiterando su posicionamiento con el mítico Balto y Bolt, el último can héroe de los niños.
Más allá de la queja constante de que Hollywood toma prestada buenos relatos japoneses para destruirlos, queda la reconfortante sensación sobre el trabajo prolijo de un director como Halström, quien conoce a la perfección el género y entrega un drama lacrimógeno con las mejores intenciones. Al final, por supuesto que vale la pena ver el filme japonés, sin embargo, este remake no decepciona y le saca la lagrimilla hasta al más rudo de los machos.
En la estación de trenes de Shibuya, Japón, se conserva la estatua de un can de la raza Akita llamado Hachikō, muy representativa en esa ciudad. Según la historia, el perro acompañaba a su amo, un profesor de la Universidad de Tokio, todas las mañanas hasta la estación donde tomaba el tren para ir a su trabajo.
El profesor fallece en 1925, pero el perro, por diez años acudía al andén todos los días para esperarlo, hasta su muerte. La devoción de Hachikō conmovió a todo el país y en la actualidad es uno de los relatos más interesantes sobre la fidelidad canina.
La historia de la mascota fue llevada al cine en 1987 bajo el título: “Hachikō monogatari”, dirigida por Seijirô Kôyama y recientemente le hicieron una versión norteamericana que actualmente se está perdiendo en la cartelera de cine de la localidad (si es que no se ha ido), con las actuaciones de Richard Gere (“Mujer Bonita”) y Joan Allen (“La Supremacía Bourne”), dirigidos por Lasse Halström, realizador sueco que se destacó en los años ochenta por su inmortal “Mi vida como perro” y se consolidó años más tarde en los Estados Unidos con “¿Qué come Gilbert Grape?”,“Las reglas de la vida”, “Chocolate” y “The Shipping News”.
En la nueva versión titulada “Siempre a tu lado”, Gere encarna al profesor Parker Wilson, quien se encuentra con la mascota y decide conservarla. La relación entre ambos crece y se fortifica, al punto que todos los días el can esperaba a su amo en la estación del tren hasta que ocurre lo que narramos anteriormente.
La historia se acerca al relato japonés, pero no aporta elementos que la conviertan en un clásico del género. Por fortuna, la sencillez de Gere y Allen, así como el guión de Stephen Lindsley, convierten a esto pequeño filme en una experiencia familiar que vale la pena disfrutarla, en medio de una temporada cargada de estrenos del verano norteamericano.
Recordemos que el cine ha aportado sus mascotas estelares, comenzando con la eterna Lassie y Rin Tin Tin (que incluso tiene su huella en el Paseo de la Fama), continuando con Milú (el perro de Tintín), la dupla de Disney: los reconocidos Pluto y Goofy y reiterando su posicionamiento con el mítico Balto y Bolt, el último can héroe de los niños.
Más allá de la queja constante de que Hollywood toma prestada buenos relatos japoneses para destruirlos, queda la reconfortante sensación sobre el trabajo prolijo de un director como Halström, quien conoce a la perfección el género y entrega un drama lacrimógeno con las mejores intenciones. Al final, por supuesto que vale la pena ver el filme japonés, sin embargo, este remake no decepciona y le saca la lagrimilla hasta al más rudo de los machos.
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