viernes, 1 de marzo de 2013

La comunicación @pontifex y la "fumata blanca"



Rainer Tuñón C.

La renuncia del Papa Benedicto XVI es un caso de éxito en la comunicación digno de estudio profundo sobre cómo liderar el proceso comunicacional de un acontecimiento insólito, que gestionado con efectividad y control, consigue sacarse de encima una crisis de históricas proporciones.

Los mensajes fueron elaborados con claridad y el portavoz fue el mismísimo protagonista, demostrando absoluto manejo de la situación, administrando cada variable que se presentara en el camino.

"Tras mucho meditar", anuncia y comunica su dimisión para retirarse siendo Papa Emérito, haciendo que la noticia ocupara titulares en todo el mundo y, de esta misma manera, volteara tanto las redes sociales como las coberturas en directo desde El Vaticano.

Al final, más allá de su edad, condición física, voluntad y cintura política, los discursos de corrupción en la alta esfera eclesiástica, Benedicto XVI, demostró que la comunicación es una herramienta capaz de alcanzar objetivos muy definidos generando mensajes puntuales que le ayudaron a ganar mayor credibilidad ante un suceso sólo documentado en libros de historia que cuentan lo ocurrido hace más de 600 años.

Por supuesto, las redes sociales en todo el mundo se hicieron eco del acontecimiento. Este es precisamente un terreno que @pontifex logró dominar a la perfección en la era de la conversión digital, teniendo una masa cautiva de más de 1 millón seiscientos mil seguidores de una cuenta en Twitter que al día de hoy está vacante, y qué decir del canal de youtube del Vaticano o los “likes” del Facebook.

Joseph Ratzinger es un “tropic trending” tan poderoso y arrasador como el “Harlem Shake” (y eso que hizo falta ver a los ácidos humoristas producir una versión vaticana), Lady Gaga, Justin Bieber o el “Gangman Style”.

No hace falta decir que este acontentecimiento se sumará a la lista de "pitches" de guiones que en Italia o Hollywood se pelearán por producir en formato de largometraje uno de esos “blockbusters”.

Mientras tanto, quedan en el recuerdo algunos grandes filmes sobre los días de fumata blanca en la Santa Sede, iniciando con una comedia dramática de director Nanni Moretti ("El Caimán"), "Habemus Papam", que ahora es considerada como profética, sobre la designación de un nuevo Papa que pareciera no estar en condiciones de soportar el rigor de la investidura, mientras que El Vaticano buscaría cómo salir de lo que consideran una crisis en el mundo católico.


O qué decir "El Padrino III", de Francis Ford Coppola, en la cual la relación de la familia Corleone y El Vaticano es descrita como un reflejo de la sociedad católica y la crisis del poder, en donde Michael Corleone (Al Pacino) intenta legitimar sus negocios entrando en un grupo financiero manejado por el Banco del Vaticano cuyas finanzas caen en la masonería en la era del Banco Ambrosiano.

Para el Don, una figura viable como la un auténtico erradicador de corrupción, sería Juan Pablo I, pero fallece en medio de la incertidumbre por las cuotas de poder tanto en Roma como en el seno de la mafia italo-americana. Al final, Coppola narra con profundo respeto, las peligrosas relaciones entre la Iglesia como institución y el crimen organizado que busca expiar culpas visitando la Santa Sede, en lo que algunos consideran la peor película de la serie, pero la más densa y psicológica de todas.


También, dos filmes de Micael Anderson: "Las sandalias del pescador" (1968) y "La Papisa Joan" (1972), son un banquete visual y reflexivo sobre lo que el cine puede plantear en relación a la Iglesia. En el primero de los casos, Anthony Quinn revela el drama interno de un religioso ruso elegido como Papa en medio de la crisis entre China y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, a ritmo de fábula socio política; mientras que Liv Ullman es la protagonista de La Papisa Joan, sobre una mujer que, ocultando su género, fue pontífice entre los años 855 y 857 aproximadamente.

De hecho, hace cuatro años se produjo una cinta alemana basada en la novela de Donna Woolfolk, llamada "La mujer Papa", de Sönke Wortmann, con la actuación de Johanna Wokalek, con un éxito de crítica internacional, que profundiza en la historia de la papisa.

Por supuesto, en cuanto a libros se refiere, se invita a revisar: "Cinco Siglos de espionaje vaticano", de Eric Frattini; "El banquero de Dios: la vida y la muerte de Roberto Calvi", escrito por Rupert Cornwell y "En el nombre de Dios", de David Yallop.

Con todo el "boom" de las redes sociales y lo que podremos ver desde nuestras cajitas felices con pantalla LED desde la sala digital de nuestro hogar, seremos testigos pasivos del dilema de los nuevos mensajes de 140 caracteres, la cobertura radial de la Radio Vaticana vía satelital y las coberturas de nuestros enviados especiales de las televisoras locales de todo el mundo ante el  esperado "humo blanco", de nuevo.


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