Rainer Tuñón C.
La renuncia del Papa Benedicto XVI es un caso de éxito en la
comunicación digno de estudio profundo sobre cómo liderar el proceso
comunicacional de un acontecimiento insólito, que gestionado con efectividad y
control, consigue sacarse de encima una crisis de históricas proporciones.
Los mensajes fueron elaborados con claridad y el portavoz fue el mismísimo
protagonista, demostrando absoluto manejo de la situación, administrando cada
variable que se presentara en el camino.
"Tras mucho meditar", anuncia y comunica su dimisión para
retirarse siendo Papa Emérito, haciendo que la noticia ocupara titulares en
todo el mundo y, de esta misma manera, volteara tanto las redes sociales como
las coberturas en directo desde El Vaticano.
Al final, más allá de su edad, condición física, voluntad y cintura
política, los discursos de corrupción en la alta esfera eclesiástica, Benedicto
XVI, demostró que la comunicación es una herramienta capaz de alcanzar
objetivos muy definidos generando mensajes puntuales que le ayudaron a ganar mayor
credibilidad ante un suceso sólo documentado en libros de historia que cuentan
lo ocurrido hace más de 600 años.
Por supuesto, las redes sociales en todo el mundo se hicieron eco del
acontecimiento. Este es precisamente un terreno que @pontifex logró dominar a
la perfección en la era de la conversión digital, teniendo una masa cautiva de
más de 1 millón seiscientos mil seguidores de una cuenta en Twitter que al día
de hoy está vacante, y qué decir del canal de youtube del Vaticano o los “likes”
del Facebook.
Joseph Ratzinger es un “tropic trending” tan poderoso y arrasador como
el “Harlem Shake” (y eso que hizo falta ver a los ácidos humoristas producir una versión
vaticana), Lady Gaga, Justin Bieber o el “Gangman Style”.
No hace falta decir que este acontentecimiento se sumará a la lista de
"pitches" de guiones que en Italia o Hollywood se pelearán por
producir en formato de largometraje uno de esos “blockbusters”.
Mientras tanto, quedan en el recuerdo algunos grandes filmes sobre los
días de fumata blanca en la Santa Sede, iniciando con una comedia dramática de
director Nanni Moretti ("El Caimán"), "Habemus Papam",
que ahora es considerada como profética, sobre la designación de un nuevo Papa
que pareciera no estar en condiciones de soportar el rigor de la investidura,
mientras que El Vaticano buscaría cómo salir de lo que consideran una crisis en
el mundo católico.
O qué decir "El Padrino III", de Francis Ford Coppola,
en la cual la relación de la familia Corleone y El Vaticano es descrita como un
reflejo de la sociedad católica y la crisis del poder, en donde Michael
Corleone (Al Pacino) intenta legitimar sus negocios entrando en un grupo
financiero manejado por el Banco del Vaticano cuyas finanzas caen en la
masonería en la era del Banco Ambrosiano.
Para el Don, una figura viable como la un auténtico erradicador de
corrupción, sería Juan Pablo I, pero fallece en medio de la incertidumbre por
las cuotas de poder tanto en Roma como en el seno de la mafia italo-americana. Al final, Coppola narra con profundo respeto, las peligrosas relaciones
entre la Iglesia como institución y el crimen organizado que busca expiar
culpas visitando la Santa Sede, en lo que algunos consideran la peor película
de la serie, pero la más densa y psicológica de todas.
También, dos filmes de Micael Anderson: "Las sandalias del
pescador" (1968) y "La Papisa Joan" (1972), son un
banquete visual y reflexivo sobre lo que el cine puede plantear en relación a la
Iglesia. En el primero de los casos, Anthony Quinn revela el drama interno de un
religioso ruso elegido como Papa en medio de la crisis entre China y la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas, a ritmo de fábula socio política;
mientras que Liv Ullman es la protagonista de La Papisa Joan, sobre una mujer
que, ocultando su género, fue pontífice entre los años 855 y 857
aproximadamente.
De hecho, hace cuatro años se produjo una cinta alemana basada en la
novela de Donna Woolfolk, llamada "La mujer Papa", de Sönke
Wortmann, con la actuación de Johanna Wokalek, con un éxito de crítica
internacional, que profundiza en la historia de la papisa.
Por supuesto, en cuanto a libros se refiere, se invita a revisar: "Cinco Siglos de espionaje
vaticano", de Eric Frattini; "El
banquero de Dios: la vida y la muerte de Roberto Calvi", escrito por
Rupert Cornwell y "En el nombre de
Dios", de David Yallop.
Con todo el "boom" de las redes sociales y lo que podremos ver
desde nuestras cajitas felices con pantalla LED desde la sala digital de
nuestro hogar, seremos testigos pasivos del dilema de los nuevos mensajes de
140 caracteres, la cobertura radial de la Radio Vaticana vía satelital y las
coberturas de nuestros enviados especiales de las televisoras locales de todo
el mundo ante el esperado "humo
blanco", de nuevo.