Rainer Tuñón C.
La tercera parte de la comedia de enredos “¿Qué pasó ayer?” termina de una vez por todas una archifamosa saga de conocidos e irresponsables treintañeros que sobreviven a través de las más inusitadas situaciones luego de una noche de parranda, alcohol, sexo, drogas y rock 'n roll. Esto no quiere decir, sin embargo, que sea una pésima película; lamentable e innecesaria, definitivamente.
¿Qué fue lo que extrañamos en este filme?: locuras verdaderas, desnudos gratuitos, estilo “raunchy” e irreverente. En esta entrega, los involucrados cayeron presa de un enfoque negrísimo que no incomoda, pero requiere de más calor y sazón para divertir como debe ser.
Se puede rescatar del capítulo final de la saga creada por Todd Phillips (“Aquellos viejos tiempos”) es la peculiar relación entre Allan (siempre efectivo Zack Gallifianakis) y el amoral e irreverente Leslie Chow (Ken Jong, brillando con luz propia) o el intercambio amatorio entre Allan y Cassie (Melissa McCarthy), aquella dulce y grosera dueña de la casa de empeños que se convierte en la media toronja del desventurado gordinflas.
El inicio de esta tercera película nos lleva a una secuencia de fuga que mezcla, sin mayores pretensiones, las odiseas carcelarias tipo Van Damme, Cruise, Seagal junto con el efecto de “Sueños de fuga”, de Frank Darabont, para contarnos que Chow se escapa de prisión y se convierte en el epicentro de las desgracias del “wolfpack”, que en esta ocasión debe ayudar a uno de sus miembros que dejó tomar su medicamento y sufre por la muerte de su progenitor (previa decapitación de jirafa).
A partir de ese momento la manada del desorden hace su servicio social, pero es secuestrada por un matón que ubica a Allan como la única persona que puede encontrar a Leslie, quien le robó 21 millones de dólares en lingotes de oro.
La nueva misión lleva al grupo hacia Tijuana y Las Vegas - capitales del pecado- pero no nos hacen experimentar más de lo que nos hizo reír a carcajadas en las anteriores cintas. Eso sí, los guionistas trataron de ubicar algún chistecito, pero definitivamente sin su “punchline”, dejando relegados en segundo plano a Bradley Cooper, Ed Helms y Justin Bartha, quienes parecen acompañar a Jong y a Gallifianakis, los verdaderos protagonistas.
Sin embargo, al final de esta trilogía, que no parte de la premisa de una despedida de solteros como en ocasiones anteriores, queda la sensación de haber estado en una alocada fiesta sin haberse tomado un solo trago de licor.
Por lo demás, sólo mencionar que son evidentes los hilos conductores que relacionan a los personajes con sus aventuras anteriores; un villano (John Goodman) del cual no supieron aprovechar su gran talento y la ausencia de todo lo escatológico, vulgar, soez y picante de sus entregas anteriores. Debieron convocar a Mike Tyson nuevamente, él es un miembro más del infame "wolfpack".
Una sana recomendación: Buscar en Youtube "comedias malas ochenteras" con el tinte de la primera película de esta serie sobre despedidas de soltero, que aunque imperfecta (debió incluir en ella lo que la segunda sí aporta), esta y otras aventuras pasadas de tono, son lo que el público inmaduro espera cuando avisan que realizarán comedias para audiencia adulta y de proporciones épicas, para que al final digan con ganas: ¡Viva el cine burdo y chatarra!