Rainer Tuñón
C.
Para poder
disfrutar y luego recomendar una película que no haya sido bendecida por las
oficinas locales de los grandes estudios o sencillamente no cuente con mayor
presupuesto de mercadeo para funcione mejor en la taquilla, sin importar su
país de origen y/o la calidad del producto, habría que estar muy pendiente de
las carteleras de cine en los diarios locales, medios web o radio emisoras de la
ciudad o el interior del país.
Ir al cine ya dejó de ser una visita de dos horas para ver tu película favorita; ahora es toda una experiencia que se enriquece con información y retroalimentación a través de medios digitales.
Ir al cine ya dejó de ser una visita de dos horas para ver tu película favorita; ahora es toda una experiencia que se enriquece con información y retroalimentación a través de medios digitales.
La realidad es
que entre tantos estrenos publicitados se pierden al año decenas de buenos títulos,
porque sencillamente desaparecen a la semana – o a la segunda, si la buena
fortuna le acompaña – por tener un nivel ínfimo de inversión en promoción y marketing;
sin embargo, resulta muy agradable saber que una vez estrenada la película, el
boca a boca, ya sea a través canales formales o por redes sociales, sigue
siendo la mejor receta.
El reciente estreno
de la extraordinaria comedia dramática francesa Amigos, que desfiló en poquísimas
salas y tuvo una audiencia pequeña, pero fiel dada las circunstancias, es un ejemplo de lo que comentamos sobre el valor de la comunicación cuando se aplica
a la venta del producto cinematográfico.
Se entiende
que el marketing en la distribución de obras cinematográficas es dinámico, de
alto consumo y muy complicado dado el parámetro de su audiencia, la alta
rotación de los productos y el canibalismo voraz que existe cada semana con la
cantidad de filmes a estrenar. De hecho, la estrategia no se basa en dotar
notoriedad a una marca sino distintas películas que tienen sus
propios componentes para ser vendidos para concentrar su margen de venta en las
dos primeras semanas de estreno, que puede interpretarse como el periodo de
vida útil para recaudar en las taquillas.
En mercados como el panameño, un plan de marketing debería tomar en cuenta el
minúsculo o nulo presupuesto para que el lanzamiento del título tenga algún impacto
frente a los grandes estrenos. De esta manera, las
acciones de comunicación pueden enfocarse hacia el componente publicitario gratuito
o de intercambio y el editorial, independientemente de la escasez de prensa
especializada para aportar criterios serios que refuercen la venta del producto.
Las películas, que llevan el sello de “otro cine”,
cine alternativo o estrenos distintos a lo que acostumbramos a ver siempre, son
poco conocidas por el hecho de que se promocionan con mínima pasión y creatividad.
De hecho, para que funcionen, se debería contemplar
algo de presencia en punto de venta más allá del afiche. En las salas de cine
se debe conocer qué tipo de película se estrenará, ya que es poco conocida y publicitada;
debería establecerse algún tipo de promoción con posibles patrocinadores del
filme para que den valor agregado al producto; se debe adaptar la creatividad
al mercado local, vendiendo el producto como algo cercano al "target" local y definitivamente
la cercanía con directores de medios, editores y periodistas de cine y
entretenimiento, así como blogueros y gente en redes sociales que le lleguen a
los usuarios que pagarán la entrada si la película cuenta con argumentos de
venta que los convenzan. SI esto tampoco funciona, pues nos pegamos de la
cartelera, vamos a la sala y a la salida, recomendamos el título y nos
encargamos de crearles una masa fiel de fanáticos que mantenga a flote esa joya
del séptimo arte a punto de naufragar.