Rainer Tuñón Cantillo
La asociación entre Claus Ogerman y la historia de la música es inevitable en estos días. El artista que haya grabado con Ogerman, uno de los más grandes arreglistas de orquesta del último siglo, puede sentirse honrado de por vida, pues sabe que la obra trasciende y el sonido Ogerman impone un sello de genialidad aplaudido por quienes valoran la buena música, independientemente de su género o movimiento musical.
Quizás, el ejemplo más evidente de Ogerman lo propuso en los años sesenta al formar parte de la revolución del "bossa" a través de las extraordinarias colaboraciones con Tom Jobim, y años más tarde cuando colocó en el mapa mundial a George Benson con el clásico Breezin’, hacia 1976; sin embargo, transcurridos más de 40 años de carrera, al comprar un disco conducido y arreglado por el compositor alemán, el fanático de la música aprecia la devoción y la calidad de producción que lleva la rúbrica de un icono asociado a grandes nombres como Bill Evans, Stan Getz, Michael Brecker, Antonio Carlos Jobim, Cal Tjader, Kai Winding, Wes Montgomery, Diana Krall y este año… Danilo Pérez.
"Across the Crystal Sea" es el último disco del panameño, y desde su lanzamiento hace algunos meses, se ha ganado a pulso y pulmón el reconocimiento de la comunidad por conseguir en esta obra una definición muy acentuada de colores y formas precisas plasmadas sobre un lienzo propuesto por Ogerman y pincelado por Danilo con innegable maestría y determinación.
Es posible que algunos seguidores de la última etapa de Danilo - definida como la atrevida, ecléctica y soberana mixtura que comparte con Wayne Shorter, John Patitucci y Brian Blade - encuentren en "Across the Crystal Sea" una muestra kamikaze hacia un terreno blando, sin colores o tonalidades, desmarcado de su última aventura musical; sin embargo, el músico panameño toma una dirección arriesgada y al mismo tiempo acertada, cuyo resultado se ve reflejado en un estado de gracia que registra belleza clásica y solemne, siempre con el positivismo liberador del jazz y la gallardía de Claus Ogerman como fuerza motora.
Cada composición, arreglada para orquesta y trío de jazz, producida por Tommy LiPuma y grabada impecablemente por el maestro Al Schmitt, nos acerca a un sonido íntimo a través de la historia de sus creadores (Massenet, Distler, Sibelius, Manuel de Falla o Rachmaninov), en el cual el bajista Christian McBride, Luisito Quintero en la percusión y en esta etapa de Ogerman, quien desde su primer movimiento reconoce el liderazgo, compromiso y espíritu libre tanto de Pérez como del resto del equipo de esta producción.
El cenit inspirador para estos músicos se aprecia una vez el talento y habilidad de la maravillosa Cassandra Wilson, ingresa como complemento y sazón a la hora de interpretar los estándares que arreglaron para ella y que a viva voz se muestran poderosos y enriquecedores.
"Across the Crystal Sea" es un disco que forma parte de la historia, es el sincero reconocimiento de parte de una leyenda de la música hacia un panameño cuyo libro de vida lleva capítulos subrayados con amor, vitalidad, sabiduría, respeto, disciplina y entrega total a la música.
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