Rainer Tuñón C.
El salto de la televisión a la gran pantalla, del teatro al celuloide o
el regreso triunfal a la caja chica por parte de artistas que han triunfado en
el séptimo arte siempre se mira desde la perspectiva de quien disfruta de las
caracterizaciones de sus actores favoritos.
De tomar el caso de alguien como Charlie Sheen, quien fuera un icono
relativamente famoso en los ochenta, lejos de lo que se conocía como el “Brat
Pack” (Molly Ringwald, Anthony Michael Hall, Keifer Sutherland, Rob Lowe, Ally
Sheedy, Emilio Estevez, Demi Moore, Andrew MacCarthy, Judd Nelson, entre otros),
pasó por Hollywood y se hizo un nombre por derecho propio, desde Pelotón y Wall
Street hasta Hot Shots, aunque su vida
desordenada casi lo lleva a la ruina hasta que encontró en la revolución de los
“sitcoms” una mina de oro que le permitió ganar hasta 1.25 millones de dólares
por cada episodio de Dos hombres y medio, tendríamos que mencionar
necesariamente a los astros que más ganan en los Estados Unidos por trabajar en
series de televisión, entre ellos:
Jon Cryer (comediante de los años ochenta que encontró su momento junto
a Charlie Sheen), el elenco femenino de la serie Amas de Casa Desesperadas y Dan
Castellaneta o Julie Kavner, voces principales de Los Simpson, cobran 400 mil
dólares por episodio.
Talentos como el de Tina Fey en 30 Rock llegan a ser remunerados con 350
mil dólares por cada show, mientras que David Duchovny por Californication suma
200 mil por episodio y más en el terreno infantil, Miranda Cossgrove factura 180
mil por episodio cada vez que sale un capítulo de la famosa I Carly.
Claro está, existen los actores de carácter como Hugh Laurie que se
lleva 400 mil dólares cada vez que se pone la bata del Dr. House, o Christpher Meloni
y Mariska Hargitay, que por episodio de La Ley y el Orden se alzan con 395 mil
dólares, David Caruso que en CSI Miami gana 375 mil por episodio, mientras que
su colega Marg Helenberger, de CSI Las Vegas y Mark Harmon de la teleserie NCIS,
se llevan 375 mil en cada capítulo, contando por ejemplo que las temporadas
suelen tener entre 12 y 22 programas.
Ahora, una pregunta: ¿Qué hace que el actor de cine lo veamos en una teleserie y en unos
meses más en un estreno de teatro?
La respuesta es una
mezcla de reconocimiento de la marca actor, pues a mayor exposición más notoriedad
en el circuito de productores que buscan talento en todos las plataformas para
el actor; ingresos y actividad constante que se genera al ser contratado para
trabajar tanto en cine, publicidad, teatro o televisión y definitivamente la
posibilidad de mantenerse en el “top of mind” cuando la situación se pone
difícil.
El ciclo del actor
puede variar entre iniciar en el teatro para irse a la televisión, conquistar
el mundo del cine y cuando la luz se va apagando regresar al teatro o a la
televisión; sin embargo la industria de la tele se ha puesto tan lucrativa que
las series, ya sean de estaciones formales o canales de cable, destinan millonarios
presupuestos e invierten en calidad para darle al televidente un buen producto
con actores de reconocida trayectoria.
¿Se trata de una estrategia
de mercadeo? En muchos casos sí, pero también permite al intérprete reafirmar
su talento ante las distintas audiencias.
Uno de los casos más
interesantes en el mundo del entretenimiento es el de la leyenda Rita Moreno, una
de las pocas actrices hispanas en conquistar premios Emmy (televisión), Tony
(teatro), Grammy (música) y el Oscar (cine) en su carrea de más de 50 años.
Compartía estas reflexiones en Facebook con algunos actores panameños y
entre los comentarios que surgieron, la talentosa Miroslava Morales, coincidió
en que definitivamente esta
realidad se ve más en Hollywood, pero agrega que –por ejemplo- en Panamá “no
creo que sea una estrategia de mercadeo”.
Morales resume que la
posibilidad surge: primero porque Panamá, por tener una población pequeña, tiene un mercado de actores
limitado, y segundo porque entre el cine, el teatro y la tv no invierten en el
actor como para mercadearlo de tal manera que les permita obtener réditos
deseados en la industria.
“Los actores que conozco
y me incluyo, hacemos teatro, comerciales, tv y más porque nos gusta como
trabajo por ser nuestra pasión, y porque además nos enriquece como
profesionales. Claro está, puede que indirectamente nos hagamos publicidad
debido a la constante exposición”, comentaba Miroslava.
Recordemos que un actor es una persona que interpreta a un personaje en
cine, televisión, teatro, doblaje, radio e inclusive ópera. Así, la industria
se encarga de colocarlos en el terreno en donde les sea más satisfactorio y
demuestran talento, creatividad y por supuesto sumen al bolsillo.
En Latinoamérica hemos visto casos interesantes como el de María Conchita
Alonso, Salma Hayek, Gael García Bernal, Elsa Pataki, Sofía Vergara, Paz Vega o
Diego Luna, que saltaron de las telenovelas al cine mundial; el de grandes
estrellas como Jennifer Aniston, George Clooney, Leonardo Di Caprio o Will
Smith que triunfaron en la tele y se mantienen como favoritos en el cine
estadounidense, pero también retornos de
extraordinarias actrices como Glenn Close (Damages) o Jessica Lange (American
Horror Story) que en la televisión actual aportan tal calidad a los programas
que el público desea seguir viéndolas porque en definitiva son actrices de
primer nivel.
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