Rainer Tuñón C.
Las películas de George Romero son en su mayoría una crítica a la sociedad en la cual hemos vivido en los últimos cuarenta años. Para el autor de “La noche de los muertos vivientes” y “The Crazies”, su cine es para “expresar alguna opinión o satirizar cosas y divertirse”.
Quienes apuestan por el cine de Romero ven - por ejemplo - más allá de las vísceras, los saltos, los sustos y los gritos, una verdadera voz que le dice al espectador que el consumismo nos corroe, la discriminación es una cruel enemiga y que a veces, los villanos no son los muertos en vida, sino los humanos que luchan por sobrevivir.
Algunos realizadores han captado la esencia del cine de este ciudadano norteamericano que se inspiró en Orson Welles y Michael Powell para convertirse en autor. Zack Snyder, quien hizo “300” y “Watchmen”, desarrolló el concepto del “Amanecer de los muertos” a ritmo frenético y con un elenco de primera. El resultado, una visión fresca del fenómeno de los zombies.
Este año se estrena la nueva versión de “The Crazies”, en esta ocasión dirigida por Breck Eisner (aquel que hizo la olvidable “Sahara”, con Penélope Cruz) y la calidad de la propuesta, estéticamente supera a su original.
En el filme, una toxina en el agua convierte a cualquiera que la tome en un asesino. Esto sucede en un pueblecito que de la nada se convierte en la ruta de un sangriento carnaval lleno de masacre y anarquía. En medio de la epidemia se da la instrucción a la milicia y los habitantes que no están infectados quedan a merced de los macabros vecinos.
La versión de Romero (hecha en 1973) nos invitaba a un festín de sangre que se desarrollaba en Pennsylvania, luego que un accidente aéreo liberara una vacuna experimental y provocara la infección en la población.
Cuando el ejército reacciona en ese pueblo, son los mismos pobladores quienes se levantan en armas y se le rebelan a los militares por el temor que infundían, amén de la crisis por la infestación existente.
Las diferencias entre ambos trabajos son perfectamente identificables en cuanto a su factura técnica. El segundo filme costó más de 40 millones de dólares más y se cuela con facilidad en el esquema videoclipero con sus variantes de sonido, maquillaje, efectos, post producción fotografía y demás recursos; sin embargo la cinta de George Romero tiene el matiz inocente y el ojo crítico de una sociedad post Vietnam, aunque se viera muy oscura por el escaso presupuesto de producción.
Otro aspecto importante en el cine de Romero es la selección del elenco. Este director, salvo por “La tierra de los muertos”, que contaba con un “casting” de lujo entre los cuales se destacaban Dennis Hooper, Simon Baker, John Leguizamo y Asia Argento, habitualmente contrataba a actores poco conocidos o novatos para darle más realismo a su cine (o como excusa perfecta para no gastar de más).
En el remake de “The Crazies”, Eisner contrata a actores relativamente conocidos, entre ellos Timothy Olyphant (recomiendo la serie de tv por cable titulada “Justified”, basada en historias de Elmore Leonard) y Radha Mitchell (“Hombre en llamas”), que llevan el peso de la película y la convierten en una experiencia aterradora en el poblado de Ogden Marsh.
El giro gracioso del original de Romero se relaciona con la sátira sobre la conducta militar que se debatía entre órdenes torpes, errores tácticos y errores estratégicos, burocracia ilógica dentro de los cánones de la disciplina militar y las decisiones tomadas para contener el virus. De esta manera la original, a pesar de sus limitaciones evidentes, resultaba ingeniosa y osada respecto a la nueva versión.
Para la nueva versión, un aspecto digno de mencionar es el guión de Ray Wright y Scott Kosar, que siendo fieles a la producción de Romero, logran actualizar el relato y desarrollar las facetas de sus personajes y las vicisitudes de ellos en medio de la voraz locura pueblerina.
Lo complejo de la trama original permite que a ritmo de cine de terror, sean subyacentes las verdaderas motivaciones de crítica social que imprimía George A. Romero. Esto hace que "The Crazies", la versión de 1973 parezca un minúsculo gran trabajo de un director de cine B, que luego de 30 años se convierta en un poderoso ejemplo de cine valiente y descarado que dotado de más dinero y tecnología rinda un tributo con honores y reconocimiento de crítica.
Lo que importa es que para muchos espectadores la nueva versión de “The Crazies” será una buena experiencia de terror, pero para otros, un reconocimiento al legado de la lupa sangrienta de Romero.
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