Rainer Tuñón Cantillo
Conversaba con un colega sobre la necesidad de que existiesen más profesionales en el periodismo cultural. De hecho, en aquellos años, era un privilegio leerse algo de Modesto Tuñón y Agustín del Rosario, de José Carr, Héctor Collado, Consuelo Tomas, Pedro Rivera y Edgar Soberón Torchía, aunque en algunos conceptos no estuviésemos del todo de acuerdo; valía la pena actualizarse con comentarios y noticias de Margot López, Daniel Domínguez, Esther Arjona, Marilina Vergara, Aurelio Paredes, Mario García Hudson, Salvador Medina, Aby Martínez, Fabio Agrana, Rosalina Orocú, María de Lourdes Mendoza, Anastacio Puertas, Errol Caballero, Carlos Atencio y Martha Vanessa Concepción, entre algunos otros nombres que eran algo o poco frecuentes en los medios impresos del país, a través de las secciones especializadas de entretenimiento o cultura, que le hacen llamar.
Precisamente, conversaba con Agustín del Rosario sobre esta inquietud y enfatizaba que se estaba perdiendo el talento crítico para el comentario de cine y teatro en Panamá. En esos años, Agustín estaba por las mañanas en la redacción del diario donde trabajaba. Con una paciencia muy docente, la sabia tranquilidad que la experiencia como profesor y periodista le habían enseñado, algo de picardía y carácter ligero, pero mordaz, ironizaba sobre el futuro de las generaciones por venir en esta carrera profesional.
Conversaba con un profesor Del Rosario muy distinto al que mi generación conoció en las aulas de clases. Hablábamos de acontecer nacional, coberturas periodísticas y de mucho cine mundial. Ese mismo Agustín era visto como un cínico e incisivo mandamás del tablero y la tiza, que ostentaba tener un porcentaje muy alto de deserciones en sus materias de Metodología de la Investigación u otras afines a la carrera del periodismo.
No era para nada distinto el profesor del Rosario de los salones de clase con el colega que en la redacción del diario pasaba sus jornadas trabajando entre sus columnas y artículos. Quienes lo conocimos en ambas facetas, reconocimos al buen periodista, maestro y colega. Quienes no lo hicieron, no se tomaron la tarea de sentarse a preguntarle sobre temas de actualidad, tal vez pensando en la supuesta barrera intelectual que interpretaban que ponía cuando se colocaba el sombrero de profesor universitario.
Algunos volvimos a las aulas con él para compartir más o mejores experiencias, pues nos parecía que independientemente de la caracterización, realmente era un privilegio recibir lecciones sobre cultura, metodología y periodismo en un ambiente muy cuestionado por la mediocridad y la falta de buenos profesores.
Aquellos que estudiamos en esas generaciones, recordamos con aprecio el hecho de saber que por gente como Agustín del Rosario, Modesto Tuñón o Mélida Sepúlveda, las generaciones de profesionales activos reconocemos, medimos y valoramos a las personas que nos convirtieron en los mejores profesionales. Mis respetos profesor Agustín: poeta, crítico de arte y cultura... colega periodista, crítico y comentarista de cine.
Ofrezco coberturas y estrategias de comunicación para potenciar la difusión de contenidos y eventos culturales impulsando su alcance en medios y plataformas de comunicación social.
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