Caminar desde la cancha de basquet - la que está en Calle P - hacia cualquier parada de buses de la Avenida Perú ubicaba en el recuerdo al año mil novecientos ochenta y poquito. Por esas cuadras, un dulce y travieso aromilla se despedía mientras pasábamos por la entrada de los populares Apolito, Iris y Presidente y veía afiches de películas. Claro, la acera se acortaba y el destino se alejaba o distraía.
La mirada necia se colaba inocentemente entre algunos carteles y saltaban a la vista los nombres de Sylvia Kristel, Laura Gemser, Sirpa Lane, Sasha Montenegro, Lyn May, Koo Stark y la gran diosa de ébano, Ajita Wilson.
Si bien este desfile de beldades encontró en el “softcore” un nicho de considerable belleza, magnitud y espontaneidad, el legado que dejaron en el celuloide las convierte en divas de culto para un género que parece completamente olvidado y superado.
Ahora, si no creen en eso del legado, preguntemos mejor a Isabel Sarli o Isela Vega qué significa haber sido pioneras de la libertad sexual en el cine latinoamericano, cuando ostentaban el cetro de "encueratrices por excelencia".
Emmanuelle, el placer de viajar
De seguro, el estreno de Emmanuelle, de Just Jaeckin, hacia 1974, provocó que más de una pareja abandonara el tedio y visitara el Cinema Arte o alguna otra sala de cine para adultos. Este drama erótico es uno de los principales referentes cinematográficos, cuando de mitos eróticos se refiere, y ello en gran parte se debe a la impecable sexualidad de la holandesa Sylvia Kristel, ganadora del Miss TV Europa en 1973 e hija de un campeón de la disciplina deportiva de tiro al plato.
Si bien, el contenido sexual era fotografiado con sutileza, el impacto visual del cuerpo desnudo de la esposa del diplomático francés en pleno despertar de su erotismo, provocaba rápidamente que los fanáticos desearan viajar en avión para repetir la hazaña con Emmanuelle.
De hecho, cuando invitaron a Sylvia para que volviera a acariciar el éxito de Emmanuelle, los productores descubrieron a la versión morena de este erótico personaje. En una escena de la secuela, la protagonista recibe un masaje de una inigualable y rotunda Laura Gemser, actriz también holandesa, pero nacida en Java, Indonesia.
Bajo la dirección de Adalberto Albertini, "Emmanuelle la Negra", se convertía en una producción de estreno recurrente en el Iris, Tropical o el Apolo. A pesar que estas películas no pretendían ser sexualmente explícitas, la belleza de la protagonista y sus locaciones exóticas se convrtían en un verdadero banquete para los ojos, oídos y paladar de los fanáticos.
Laura Gemser trabajó con el mítico Joe D’Amato para los filmes "Chica en un Seminario", "Emmanuelle en la isla Taboo", "Cobra Negra" "Emmanuelle Negra en Bangkok" y "Emmanuelle en América".
Sirpa y Koo
Sirpa Lane Koo Stark
El descubridor de los mitos eróticos de Brigitte Bardot y Jane Fonda, Roger Vadim, la tenía vista como la siguiente Bardot, sin embargo hacia 1975 cuando el clásico relato de la bella y la bestia llevado al sexo y la carne se puso de moda, el nombre de Sirpa Lane empezó a cimentarse como una dama del erotismo europeo.
Sirpa nació en Finlandia y falleció en 1999 en España, ante complicaciones por el Síndrome de Inmunodeficiencia Adqurida, pero se le recuerda siempre por sus clásicos: "La Bestia", “La esvástica en el vientre”, “La papaya del Caribe” y “Las noches secretas de Lucrecia Borgia”.
Un año después del estreno de “La Bestia”, con Sirpa Lane, la inocencia de “Emily” (1976) puso a la gente a ver el filme y muchos años más tarde alquilarlo en Betamax, sobre todo por dos escenas muy alabadas: una aventura con la palanca de una avioneta y una ducha lésbica completa.
Koo Stark, su bella protagonista, se abría paso como una leyenda erótica del cine B. Además, fue sonado su romance con el príncipe Andrés, antes de casarse con la Duquesa de York.
Las calientes de Iberoamérica
En algunas salas, como el cine Presidente, aparecían afiches de películas como “El sexo me da risa” o “La golfa del barrio”, perteneciente a un género que México exportó al resto del mundo, mejor conocido como cine de “ficheras”. En la actualidad, los canales mexicanos de cable pasan estos títulos en las tandas de madrugada.
Se trataba de comedias populacheras que exponían los cuerpos desnudos de sus protagonistas en medio de historias sencillas de contar y producidas con escaso presupuesto.
“Bellas de noche” (1974) y “Las ficheras” (1976) iniciaron esta tendencia del cine mexicano que logró remplazar el cine de rumberas e hizo de las vedettes Sasha Montenegro y Lyn May, divas de carne, encajes y ligueros para el resto del continente.
México tenía sus divas y Brasil contaba con Sonia Braga ("Gabriella", "Doña Flor y sus dos maridos" y "Tieta"). España, por su parte, hacía desfilar a las musas del destape, entre ellas: María José Cantudo, Nadiuska, Bárbara Rey, Rosa Valenty, Eva León, Ágata Lys, Pilar Velázquez, Susana Estrada, Eva Lyberten, Cristina Galbott o Africa Pratt, Sara Mora y Lina Romay.
¿La diosa de ébano?
Ajita Wilson
Posiblemente los afiches más recordados diseñaban en grande las andanzas de Ajita Wilson, y con su erótico nombre, los comentarios de la gente que esperaba con paciente impaciencia su transporte hacia la ciudad de Colón, alabando cada curva de la actriz, sin saber que era mejor no conocerla a profundidad.
Recordada como el “huracán negro”, George se convirtió en Ajita, y con su operación de cambio de sexo el pasó a ser uno de los primeros casos sobre este acto revolucionario dentro del homosexualismo. Al lado del mítico director Jesús Franco, Ajita logra grabar los clásicos “Sadomanía” y “Macumba sexual”, y en Panamá sus películas pasaban de sala en sala, llenando de erotismo el ambiente.
Ajita Wilson falleció en 1987 en Italia luego de un accidente automovilístico. La carrera de Ajita, como la máxima encueratriz del softcore que en los años setenta y principio de los ochentas abrió el camino para una miríada de esfuerzos por levantar el género para que tenga vida propia, contó con más de 43 películas, siendo “Garganta Profunda negra” uno de sus filmes más conocidos y adorados.
Ahora, si vuelven a preguntar ¿quién es la diosa y encueratriz de todos los tiempos?, seguro diría: De Argentina con amor, Isabel Sarli.
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