miércoles, 14 de octubre de 2009

El empoderamiento comercial de la “novia”


Rainer Tuñón Cantillo
Chelsea controla las situaciones. Tiene un rol activo. Puede actuar para proveer una experiencia extraordinariamente remunerada en el ambiente corporativo. Pasa de ser un elemento pasivo de intercambio a una legítima actriz en el juego de la seducción. Maneja una relación sentimental afectiva con su novio, pero por la naturaleza de su vocación pretender tomar partido del sentimiento para brindar una pizca a sus clientes, pues se siente muy clara en la línea de que ellos lo necesitan. ¿Sexo culposo?, no. “Experiencia de la novia”, le dicen. Se trata de una actividad desnudada ante la cámara de Steven Soderbergh en uno de sus frecuentes y más recientes experimentos cinematográficos.
Por una parte, se trata de un servicio ligado al comercio sexual cuya oferta incluye una actividad emocionalmente íntima para brindar un “servicio completo más agradable”, en la cual el cliente actúa como amante y no como participante de una transacción comercial; por otra parte, un proyecto que Soderbergh aporta para el análisis sociológico de los actores en el juego del sexo y su repercusión social.
La historia descubre cinco días en el cuerpo y alma de Chelsea, una trabajadora sexual de “alta gerencia” que brinda su servicio por diez mil dólares cada noche y puede llegar a ganarse hasta dos mil dólares por hora. La historia de desarrolla días antes de las elecciones presidenciales estadounidenses y refleja el sentir de grupos sociales respecto a la sexualidad y la dinámica de la política estadounidense.
Lo impresionante del filme es el riesgo que corrió Soderbergh al reclutar a la joven diva del porno norteamericano Sasha Grey (nacida el 14 de marzo de 1988), considerada en la actualidad como el nuevo referente de lo extremo en la industria, que en este filme aporta madurez, sensualidad e interesantes registros para darle al espectador una experiencia muy reflexiva ante el planteamiento del director.
La popularidad de Sasha Grey ha alcanzado incluso la portada de la revista Rolling Stone y demuestra que el “cross-over” del porno al terreno “mainstream” cada vez más cobra fuerza.
Los renegados a la gran pantalla
Luego de la explosión del sexo en la industria cinematográfica en los años setenta (a “Garganta Profunda” le deben parte de este fenómeno), la categoría XXX ha estado escondida por el cine convencional, que en algunas ocasiones le permite espacios, sin embargo en contadas ocasiones invita a participar al “Olimpo del porno”.
Si bien es cierto, “Garganta Profunda”, de Gerardo Damiano está en la historia del cine como el punto de partida, existen algunas referencias sobre esta materia que merecen la atención.
La ganadora del Oscar “Midnight Cowboy” es la única película categoría X en llevarse la estatuilla.
“El último tango en París”, “Salo” de Pier Paolo Pasolini y “El imperio de los sentidos”, de Nagisa Oshima, son clásicos que combinan la sexualidad fuerte, el erotismo y el cine de arte, por encima de los esfuerzos recientes de Catherine Breillat (“Romance”, con el actor porno italiano Rocco Siffredi); Wayne Wang (invitando a la actriz porno Alisha Klass para su filme “El centro del mundo”); Paul Thomas Anderson, al reclutar a la legendaria Nina Hartley como la esposa del personaje interpretado por William H. Macy en “Boogie Nights”; Ken Russel (le pide a la reina Ginger Lynn Allen que participe de su proyecto “Whore)”; Trey Parker (el de South Park) contratando a la leyenda viviente, Ron Jeremy, para su locura se sexo titulada “Orgazmo”, la super diva del “hardcore” Jenna Jameson con su protagónico en “Zombie Strippers”, o definitivamente el ascenso -luego de la estrepitosa caída- de la ex reina de la pornografía Tracy Lords (de ser una actriz XXX menor de edad a su participación en filmes como “Blade”).
¿Qué límites existen?
La distancia entre lo carnal, lo romántico y lo sexualmente explícito se acortan cada vez más. Incluso en un filme como “La experiencia de la novia”, en formato experimental y desprovisto de escenas sexualmente explícitas o desnudos gratuitos, encontramos la doble relación entre la imagen su poderoso efecto ante el impulso perceptivo del espectador.
El autor Pablo Carrera, en un ensayo titulado “El artificio de la pornografía contemporánea”, comenta que: “La pornografía ha demostrado sus ansias vanguardistas…”
De esta manera, experimentos de autores como Soderbergh y el impulso de estrellas como Sasha Grey, Jenna Jameson, Nacho Vidal, Rocco Siffredi, Ginger Lynn Allen o la mismísima Tracy Lords, están siendo vistos como la transgresión de una industria marginada que busca hacer entender que el debate va más hacia los límites reales sobre la educación sexual y la tolerancia que al encuentro con esa delgada línea de la moralidad. ¿Y qué límites existen? Aquellos que nos impongamos como sociedad.

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