Rainer Tuñón Cantillo
Le preguntaba a mi abuela sobre Pina Pellicer.
- ¿No era ella una muchacha que trabajó con Macario...? Sí, este Ignacio López Tarso... Salió en estos días en televisión, en uno de esos canales mexicanos de cable, ya viejo, no tan guapo como lo era en mis tiempos...
- Así se llamaba la muchacha. Muy, pero muy bonita, pero murió chiquilla. No recuerdo mucho, ella no llegaba ni a los treinta. Fui a verla al cine Cecilia cuando pasaron “Macario”, y muchos años más tarde volvieron a pasar esa película en Inmortales de Cine de Canal 13, creo... Ela era muy bonita... – comentaba.
Pina Pellicer brilló junto a Marlon Brando; sin embargo su estrella se apagó el 4 de diciembre de 1964. De lo poco que podía recordar mi abuela durante la conversación: su nombre y su indiscutible belleza.
Pocas personas se acuerdan de Josefina Yolanda Pellicer López de Llergo, una gran actriz mexicana que nació el 3 de abril de 1934 y dio muy buenos pasos en Hollywood en los años sesenta. Algunas generaciones, que recuerdan con nostalgia los grandes títulos del cine mexicano, saben de Pina Pellicer, Miroslava y por supuesto... de la mismísima María Félix.
De su presentación en el cine se tiene el registro de Macario, aquella joya nominada al Óscar como mejor filme de habla no inglesa el año en que El apartamento de Billy Wilder fue el mejor filme. Macario fue derrotada en aquel tiempo por The Virgin Spring de Ingmar Bergman en el año de Sicosis (Alfred Hitchcock), Espartaco (Stanley Kubrick) y El Álamo de John Wayne.
Macario, ese gran referente del cine mexicano, obtuvo premios en Valladolid, Boston, India, Italia, Vancouver, Edimburgo y Cannes en el rubro de cinematografía. Asimismo, su protagonista masculino recibió honores en San Francisco, Boston y fue el actor del momento en México, en donde recibió reconocimientos de la Asociación Mexicana de Periodistas Cinematográficos.
Lo que mi abuela recordaba de Macario era un gran película que trataba sobre “un leñador pobre con cinco hijos viviendo plena hambruna”.
En el filme, a escondidas, Macario logra comerse un guajolote que su mujer (Pina Pellicer) había robado para él de la casa de su jefa. Macario se niega a compartir el ave con Dios y con el Diablo; sin embargo, a la Muerte le pasa la mitad del platillo y ella a cambio le regala un don, el de curar.
– Macario... tendrás el don de curar a la gente con esa agua que te he obsequiado. Sólo hay dos cosas que debes saber: si estoy a los pies de los moribundos, podrás curarlos y si estoy a su cabeza, me pertenecen y no podrás hacer nada – decía la muerte en el filme.
Mientras gozaba de riqueza y fama gracias a su don, la inquisición lo apresa y condena a la hoguera, pero lograría su salvación sólo si curaba al hijo del Virrey.
Al final, el cadáver de Macario es encontrado por su esposa y, junto al cuerpo sin vida del pobre leñador, estaba la mitad del guajolote ya devorado.
Para algunos, la mancuerna entre B. Traven, autor del relato, y Emilio Carballido, el guionista de Gavaldón, marcó un hito en el cine mexicano, pues se trata de un clásico del género fantástico que acariciaba el legendario cine de terror.
En ese filme se destacaba Pina Pellicer como la esposa, la mujer que dedica su vida a lavar ropa para otros y alimentar las bocas hambrientas de sus seres queridos, comida que nunca alcanza, razón por la cual el protagonista maldice a su familia diciendo que su más grande deseo era comer carne “hasta hartarse”.
Pina, con extraordinaria disciplina en la actuación y un registro dramático que evocaba la escuela protagónica europea, logró caracterizar a esa angustiada mujer que salía a trabajar y se roba un pavo de la casa donde trabaja, para complacer al hombre de la casa.
Pese a ser Macario (1959) la presentación en cine de esta bella mexicana, antes de dicha cinta, Marlon Brando, en su debut como director, la descubrió en 1958 entre una decena de jóvenes actrices mexicanas y la llevó a Hollywood para estelarizar El rostro impenetrable, basada en la novela de Charles Neider.
Debido a problemas en el montaje, el filme fue estrenado hasta 1961 y resultó el gran ganador del Festival de cine de San Sebastián, convirtiendo a Pina en la mujer del momento y a Brando en un director primerizo, pero de muy grueso calibre.
Cuenta el escritor Reynol Pérez V., sobre la historia de la producción de El rostro impenetrable que: “a través de un agente, Pina hizo “casting” en México y entre un grupo de actrices -entre ellas la misma Pilar Pellicer, un año mayor que su hermana Pina - la escogieron a ella para el papel de Louisa.
Por la inexperiencia de Brando el rodaje duró 6 meses en lugar de 6 semanas (de octubre de 1958 a abril de 1959). Pina regresó a México en esas fechas y en junio de 1959 empezó a rodar Macario que se estrenó un año después. El rostro, por la inexperiencia en montaje de Brando, se estrenaría casi un año más tarde. De ese modo quedó oficialmente como el debut de Pina”.
Al relativo éxito de El rostro impenetrable (cuestionada en aquel entonces por tratarse, según la crítica especializada, como el resultado de la egolatría de Brando) le siguieron participaciones en La hora de Alfred Hitchcock y en la popular teleserie El Fugitivo. Mientras, el cine mexicano deseaba todo su talento.
Durante su corta, pero lucida carrera, Pina trabajó para Rafael Gil en Rogelia y posteriormente regresó con Gavaldón y López Tarso en Días de Otoño. Su última aparición en el cine fue El pecador, de Rafael Baldeón; pero hacia diciembre de 1964, lamentablemente, su estrella dejaba de brillar.
Si en su momento las generaciones de cinéfilos recordaron con harto placer aquel romance entre Rio y Louisa (Brando y Pellicer respectivamente), que se sostenía por un sentimiento de venganza que terminaba en amor verdadero, o vibraron con aquella sencilla, pero muy disciplinada caracterización de la mujer de Macario, a los nuevos amantes del cine les toca hurgar un poco más en el pasado y reconocer la belleza y talento de Pina Pellicer, una gran actriz mexicana que en los años de racismo e intolerancia cultural hacia los latinoamericanos abrió, junto con otros grandes latinos, las puertas del éxito hacia Hollywood.
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