Rainer Tuñón C.
Superman es el héroe por excelencia del estadounidense promedio en más de tres cuartos de siglo, sin embargo su genialidad y figura han sido relegadas en la gran pantalla, desde hace décadas, víctimas de su propia majestuosidad.
Si bien es cierto, el personaje creado por Jerry Siegel y Joe Shuster fue quien puso al super héroe ante las audiencias del mundo cuando sólo se conocía de Hércules, Doc Savage, John Carter, Phantomas y El Zorro, a capa y fuerza sobre humana logró mantenerse entre los favoritos de las generaciones hasta que el cine hizo del resto de los super héores estrellas taquilleras globalizadas gracias a la competencia multinacional entre Marvel y DC Comics.
"The Reign of the Super-Man" fue publicado en 1933 y ochenta años más tarde es la dupla de Christopher Nolan ("Batman") y Zack Snyder ("Watchmen") actualizan lo ya contado sobre el Hombre de Acero para que nuevas audiencias rescaten del mito del super héroe que brilló entre las dolencias norteamericanas producto de la Gran Depresión y se mantuvo incólume ante los paradigmas e ideales que fueron cayendo a lo largo de las décadas en el mundo entero.
Y, ¿en qué se inspira el personaje Superman? Pues en retazos del mito de Hércules, algunas excentricidades de Charles Lindbergh, lo que Babe Ruth proyectaba ante las masas, la fuerza del gladiador de la novela de Philip Wylie y las posturas clásicas teatrales del gran Douglas Fairbanks.
Ahora, el público ha visto y reconoce las variadas versiones del comic, la famosísima e inolvidable actuación de Christopher Reeve, los efectos de las teleseries "Lois y Clarke" y "Smalville", asi como todas aquellas veces que se le vio en caricaturas de periódicos, series animadas y películas de cine, entre las que se destaca la horrible versión turca y las últimas dos de Reeve.
De igual manera, la audiencia sucumbió por la muerte de Superman y aplaudió su renacimiento en el comic, por lo que los fanáticos creen que han quedado todavía algunos ángulos por rellenar, sobre todo al conectarnos con los orígenes del pueblo de Krypton, la vida adulta del héroe, el descubrimiento de más super poderes, entre otros detalles psicológicos.
Sí, a Kal-El lo enviaron a la tierra, pero con la información genética de las nuevas generaciones de Krypton. Jonathan y Martha, su padres adoptivos, saben administrar la carga de información y vulneberabilidad al muchacho y, desde que era un niño, lo prepararon para entender que era superior, así que lo aterrizaron inyectando la dosis de humanismo sin convertirlo en víctima física y psicológica del resto de los humanos; encuentra más kryptonianos en la tierra, que resultan ser supervivientes que necesitan un genocidio para crear su nuevo hogar y para colmo de males, debe hacerle entender a los sistemas de defensa que él es un aliado, no el enemigo.
Todos estos elementos están en la película "El hombre de acero", que si bien es cierto se convierte en una buena y adecuada manera de actualizar el mito de Superman, su resultado es imperfecto, pero satisfactorio - ¿y cuál versión de Superman es perfecta?
Es muy difícil lograr que al héroe por excelencia del imaginario colectivo estadounidense le den tratamiento tipo Batman / Ironman, que a partir de sus cuestionamientos morales como seres humanos, sus realizadores logran que el público entienda que ellos son el antídoto ante los males de una sociedad carcomida por sus vacíos ideales.
Aún así, Nolan-Snyder y David Goyer se las ingenian para ofrecer un espectáculo digno de verse en su esplendor para entender que sus próximas secuelas deben mejorar en calidad y contenido para salvar una franquicia que ha sido golpeada y fustigada como si fuera al propio Clark Kent en su adolescencia.
Superman ha sido objeto de estudio por gente del calibre de Umberto Eco, pero en la actualidad su puesta al cine ha sido presa de sus expectativas. Definitivamente es superior a Spiderman, Thor y el Capitán América, referentes de Marvel, pero no logra rebasar la sensación de grandeza que quedó en los fanáticos de "Los Vengadores", "Ironman" o "El caballero de la noche".
Así, "El Hombre de Acero" como producto cinematográfico es espectacular, mítico y excesivo, todo a la vez, lo que es bueno y malo; cuenta con un elenco de lujo partiendo de buenas actuaciones de Russell Crowe y Kevin Costner, carece del sentido del humor de la saga de Richard Donner cuyo seguimiento lo dio Brian Synger, aunque necesita el calor dramático y violento de lo que la serie de Nolan trae a la mente del cinéfilo.
Por momentos, "El hombre de acero" posee referencias directas a "La guerra de los mundos", "El día de la independencia", "La batalla de Riddick", "Los Vengadores" y todas aquellas películas sobre invasiones alienígenas, sin embargo nos hace falta ver una visión única de su director al momento de ponernos esas imágenes y que se sienta que se está ante una cinta de Zack Snyder, que definitivamente no se le puede pedir mucho, pues a mi criterio su mejor película sigue siendo el remake del "Amacener de los muertos".
Como puntos positivos se destaca el ponernos en contexto el devastador presente de Krypton; los momentos en que Clark convive como adulto, las actuaciones del reparto completo - en especial Diane Lane como Martha Kent -, los efectos especiales de primer nivel y el manejo de la relación con Luisa Lane, lo que nos lleva al contrapeso que varía por la innecesaria larga duración del filme, los excesos del "flashback", una actuación poco memorable de los protagónicos de Henry Cavill (siguen idealizando al personaje y el actor paga los platos rotos) y Michael Shannon como Zod (Terence Stamp, del Superman de Donner, es irrepetible), el enfoque mesiánico y el exceso de sentimentalismo barato gringófilo, que poco favorece al filme.
Aún así, el Hombre de acero es un espectáculo grandioso que resuena como un "update" sin mayores pretensiones. "Superman, la película" (1978) seguramente no tendrá quien la supere, pero con esta nueva saga y sus secuelas habrá mucha tela qué cortar, sin mencionar la del sastre que eliminó los calzoncillos rojos por el "traje de combate" kryptoniano.
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