jueves, 29 de noviembre de 2018

Bertolucci: el último gran poeta del cine italiano



Rainer Tuñón C.

Una generación influenciada por la nouvelle vague, el spaghetti western, los movimientos sociales y políticos de finales de los sesenta, paradigmas de la época sobre la sexualidad a través de las bellas artes y la lucha civil por hacer respetar derechos humanos, seguramente recuerda como principales referentes cinematográfico de la época a “El último tango en París” y “Novecento”, ambas, obras fundamentales en la filmografía de Bernardo Bertolucci.

El joven e inquieto rapsoda, hijo de Don Attilio Bertolucci, poeta, escritor, documentalista, profesor de historia del arte y una de las figuras más representativas de las letras italianas gracias a “Viaggio d'inverno”, se ha convertido en el más influyente realizador y polemizador del cine italiano por sus logros y controversias durante su carrera como director de cine.

Sin haber cursado estudios formales ni técnicos, por la buena relación que tenía su padre con el mítico cineasta Pier Paolo Pasolini (“Saló o los 120 días de Sodoma”), logró entrar en una industria como asistente de su filme “Accatone”, lo que facilitó su encuentro hacia la maravillosa simbiosis entre el lenguaje de fotogramas, la lírica, las ciencias políticas y fenómenos sociales para exponer su trabajo con un lenguaje que más adelante se reconoce como rico en texturas, policromías, ritmo, secuencia lógica, compromiso político y franco en su enfoque sexual, que lo colocó como un realizador muy querido por la clase intelectual europea, pero de igual manera, un autor aplaudido y vapuleado entre el público que le seguía en cada filme.

“La cosecha estéril”, su primer producto formal que toma el mundillo de ladronzuelos y chulos romanos a propósito de la muerte de una meretriz, se abrió como una gran obra escrita por Pasolini, pero dirigida por un joven de apenas 22 años, con suficiente madurez para abordar una temática dura y seca como la sociedad criminal que acompañaba al relato. Luego, se trasladó al drama con ribetes políticos y sexuales titulado “Antes de la revolución”, en donde empieza a manifestar la relación incestuosa de sus personajes, va creciendo a lo largo de su filmografía y se hace evidente cuando rueda “La luna”, con Jill Clayburgh, a finales de los años 70, y la actualiza al mostrarnos por primera vez a Eva Green con “Los Soñadores”, del año 2003.

Sus siguientes impulsos fílmicos fueron mucho más cercanos a su vena literaria. “El conformista”, la versión cinematográfica del libro de Alberto Moravia, protagonizada por Jean-Louis Trintingnant, y “La estrategia de la araña”, basada en el cuento “Tema del traidor y del héroe”, escrito por Jorge Luis Borges de su colección “Ficciones” (1944), han sido considerados como dos prolijos ejemplos que consolidaron la fama de Bertolucci.

Su obra más recordada en el mundo es “El último tango en París”, escrita y dirigida por el italiano, y protagonizada por Marlon Bando, interpretando a un recién enviudado hombre de negocios que tiene una relación anónima y clandestina con la novia de un director de cine, donde la violencia física, sexual y verbal son la tónica de un estudio sobre los límites de la soledad y la lujuria, con su ya conocida, pero muy polémica anécdota de la mantequilla, que incluso tuvo una discutida repercusión hacia el año 2007, cuando la actriz Romy Schneider reconoció que había sido víctima de agresión sexual y humillación en la filmación de esa escena por no haber sido previamente consultada sobre si deseaba hacerla, pues comentaba que no formaba parte del guión y decidieron hacerla sin su consentimiento.

La película se convirtió en un hit mundial, llegó a ser prohibida en algunos países, pero sentó un antes y un después en la mesa de conversaciones entre adultos de esa década, además de recibir nominaciones al premio Oscar para Bertolucci como director y Brando en calidad de actor.

El drama más personal y ambicioso de su carrera se titula “Novecento”, que nos narra cinco décadas de historia italiana, protagonizada por Robert De Niro, Gerard Depardieu, Dominic Sanda, Donald Sutherland y Burt Lancaster. Siendo una gran epopeya de su tiempo, con una bellísima cinematografía a cargo de Vitorio Storaro (ganador del Oscar por “Apocalipsis ahora”, “Reds” y “El último emperador”) y la grandeza de Ennio Morricone (Oscar por “Los 8 más odiados”, de Quentin Tarantino) como compositor musical, sigue siendo considerada la gran obra europea del cine clásico.

Antes de su proyecto más premiado por Hollywood, “El último emperador”, se hizo de una pequeña y celebrada tragicomedia con Ugo Tognazzi y Anouk Aimée titulada “La tragedia de un hombre ridículo”. Después de ganar 9 premios Oscar, y haber conquistado las plazas más importantes del cine mundial, Bertolucci atraviesa una etapa más comercial, madura y rica en tonalidades, con sus siguientes proyectos “El cielo protector”, “El asedio” y “El pequeño Buda”; sin embargo sus guiños de libertad e inocencia sexual se vieron más cercanos con sus películas “Belleza robada”, “The Dreamers” y su última película “Io e te”, encontrando nuevas musas en Liv Tyler, Eva Green y Tea Falco, respectivamente.

Bernardo Bertolucci, innegable maestro del cine italiano, dejó grandes obras, en su mayoría piezas eternas del celuloide que generaciones completas siguen estudiando y revisando para encontrar interpretaciones y hacer paralelos socioculturales a propósito de una visión controvertida y mordaz en nuestro comportamiento político, cultural y social.

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