martes, 18 de junio de 2019

Cine romántico y política: Polos opuestos se atraen


Rainer Tuñón

La sinopsis de Wikipedia para describir la película Casi Imposible menciona lo siguiente: “Un periodista político intenta ponerse en contacto con su vieja niñera, que ahora ocupa un puesto importante en el gobierno”.

Esto se traduce en 125 minutos de un estreno políticamente correcto con la buena actuación una pareja aparentemente incorrecta que funciona en el celuloide gracias a los guiños de la comedia clásica hollywoodense y ciertas irreverencias de la comedia gamberra que permiten que la experiencia entre la bella Charlize Theron y el cómico Seth Rogen, refresque la pantalla esta temporada.

Casi imposible entra con estilo en la parrilla de películas sobre la política estadounidense, en donde nos acercamos a Charlette Field (Theron), una de las políticas más influyentes en los Estados Unidos, aspirante a la silla presidencial, que se encuentra con Fred (Rogen) un periodista independiente, de espíritu libre, a quien ella cuidaba de niño.

Así, el idealismo y el buen sentido del humor fortalecen la química de ambos y la lideresa lo invita a unirse a su equipo de trabajo para escribir discursos, aunque el reto es en realidad sobrellevar a los asesores políticos y de imagen en medio de una incipiente relación sentimental, ¡ah! Y una campaña.

¿Balance apropiado?

Los directores que intentan rescatar géneros que ya parecen destinados al olvido, toman elementos actuales para vestir a sus películas con ese viejo aire de las grandes parejas como Katherine Hepburn/Spencer Tracy, o hace 20 años, con Meg Ryan/Tom Hanks y Richard Gere/Julia Roberts, que ahora se refrescan con el estilo y tendencias de estos años; sin embargo, pocas películas logran avanzar en ese balance adecuado.

La propuesta cinematográfica del director Johnathan Levine va buscando posicionarse en un subgénero que mezcla con algunos aciertos, la comedia y el drama de interés social. Existen dos ejemplos interesantes: 50/50 es una película con Seth Rogen y Joseph Gordon-Levitt, sobre la solidaria relación de dos amigos frente a la amenaza de vida por un cáncer en la columna vertebral y aquella comedia romántica titulada Mi novio es un zombie, basada en el libro de Isaac Marion, que narra el idilio entre una adolescente un zombi.

Cine políticamente correcto

Dicen que la forma de ver el cine político cambió tras lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001. El relato cinematográfico mutó, así como la mirada crítica de una manifestación cuyos productos insignia pueden estudiarse dependiendo de la administración gubernamental.

Si bien es cierto, la década del setenta ofreció manifestaciones muy incisivas que lograron posicionar clásicos como ”Todos los hombres del presidente”, de Alan Pakula o “Poder que mata”, de Sidney Lumet, en la actualidad el cine político ha sido más punzante, autocrítico, atrevido y comprometido, desde la mirada de la industria, con resultados interesantes como La guerra de Charlie Wilson, de Mike Nichols, con Julia Roberts y Tom Hanks; Leones por corderos, con Robert Redford y trabajos de denuncia como Farenheit 9/11 de Michael Moore y Road To Guantánamo, de Michael Winterbottom y Matt Whitecross.

También, en cuanto a narrativas y formatos, algunos grandes realizadores han dirigido piezas de análisis necesario como Redacted, de Brian de Palma y la teleserie en streaming de David Fincher, House of Cards, todo un fenómeno en Netflix que se basó en una serie inglesa, que son prueba del impulso atrevido del cine como plataforma de difusión de contenidos que nos ponen a cuestionar el status quo.

En cuanto a comedias, por supuesto que hay grandes aportes. La teleserie Veep, con Julia Louise Dreyfuss y la famosa serie inglesa de los ochenta Yes, Minister, que tuvo tres temporadas e interpretadas por Nigel Hawthorne, Paul Eddington y Derek Fowlds, son clásicos de la tv.

Asimismo, son dignas de mención las teleseries Spin City con Michael J. Fox y The West Wing, un ejercicio dramático que tuvo como chispa argumental, una comedia de Rob Reiner titulada Mi querido presidente, con Michael Dogulas y Annette Bening.

Curiosamente, los analistas de cine coinciden en que la realidad está superando a la ficción y en muchos casos, los productores han tenido que ser muy cuidadosos en los temas que abordan por lo profético de sus escrutinios en plena era Trump.

Si se compara el debate sobre la prohibición de centros que practican abortos o leyes que obligan a destruir tejidos fetales, seguramente en algún capítulo de la multipremiada serie Los cuentos de la criada, basada en la novela de Margaret Atwood, algo habría que comparar.

Lo cierto es que, más allá de ver en la comedia política saborizada con romance, hay que detenerse a analizar los diálogos de los personajes y compararlos con las situaciones cotidianas que nos exponen los medios tradicionales y digitales y sus efectos de fake news o lo que entendemos como realidad virtual en nuestro contexto socio cultural.



Comedias políticas con sentimental sazón



Mi querido presidente (1995)

Un presidente viudo (Michael Douglas) y con una hija se enamora de una activista de una importante organización ecologista (Annette Bening). Ella es defensora del medio ambiente, y está en contra de la política de la Casa Blanca. Él se enamora, ella también. En plena campaña electoral, su rival, el republicano Bob Rumson (Richard Dreyfuss), aprovechará esa relación para desacreditarlo. Una de las más blandas, pero certeras comedias románticas con reminiscencias del cine de Fran Capra, es considerada como la chispa que inició el fenómeno de The West Wing.

Desde el jardín (1979)

El libro de Jerzy Kosinski es bello. La película que se hizo, también. Encantadora y sutil fábula protagonizada por Peter Sellers, en uno de sus últimos roles en el cine, interpretando a Chance, un particular ser humano cuya vida se reduce a cuidar el jardín de la mansión de un hombre adinerado y a ver la televisión el resto del día. Pero, cuando el dueño de la casa muere y Chance es despedido, no está preparado para hacer frente al mundo exterior. Tiene, sin embargo, la suerte de conocer a Eve (Shirley Mclane), una buena mujer que lo acoge en su casa. Poco a poco conocemos que este sencillo hombre es visto como un gran líder político.

Bulworth (1998)

Un gran fracas de taquilla, pero una de las películas de culto que continúa ganando seguidores por su tono y ritmo. Warren Beatty dirige y protagoniza esta sátira sobre un candidato del Partido Demócrata que por una crisis personal decide organizar su propio suicidio y contrata a un sicario para que lo acabe. En medio de su propio caos, empieza a expresar libremente sus pensamientos y se hace acompañar de la bella Halle Berry como el antídoto perfecto para mantenerse con vida. Por cierto, no se pierdan “Contraté a un asesino a sueldo”, de Aki Kaurismaki.

Maid in Manhattan (202)

¿Quién no ha visto este placer culposo de Wayne Wang? Marisa Ventura (Jennifer López) es una madre soltera de Nueva York que trabaja como empleada de la limpieza en un lujoso hotel de Manhattan y conoce a Christopher Marshall (Ralph Fiennes), un candidato a senador que la confunde con una de huésped de ese lujosísimo hotel. Entre el clisé de Cenicienta y lo fresón de una telenovela, se alza como ganadora esta simple, pero entretenida fábula que se ganó el corazón de muchos.

Dave (1993)

Comedia del director de Gemelos y Los Cazafantasmas, Ivan Reitman, que nos lleva a conocer a Dave (Kevin Kline), un ciudadano que se parece al presidente de los Estados Unidos y es contratado para sustituir al presidente durante un día y una noche. Las cosas se complican cuando el presidente real sufre una embolia cerebral muy grave y sus colaboradores deciden mantener a Dave como sustituto, con la esperanza de que el presidente se recupere a la larga. Dave aprende todo lo necesario para parecer el verdadero presidente. Poco a poco toma sus propias iniciativas y resulta ser mucho más humano que la persona a la que imita e incluso, su esposa (Sigourney Weaver) empieza a sospechar.

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