Rainer
Tuñón C.
La absurda diatriba que se
coloca en el ojo público como consecuencia de la posible producción de una guía
de educación sexual para beneficio de la población, a propósito de la discusión
de una legislación que busca la adopción de políticas públicas de educación
integral, atención y promoción de la salud, parece tener el mismo destino de
una relación que enfrenta un embarazo adolescente no deseado por puro gustito,
pero con falta de información razonada, presiones de grupo, mala comunicación y
un pésimo sentido de planificación familiar, a pesar de su romántica intención.
Desde que se nos decían frases
tan poco edificantes como: “recuerde
mijita que si la tocan arriba, se abre la puerta de abajo”; “atento que apenas
cumplas 17 te llevo yo mismo al putero para que te hagas hombrecito”; “deja al
niño que le toque la nalga si para eso es hombre”; “deja a la beby menearse así
va aprendiendo”; “no te afanes niña que cuando te ven mayorcita, cualquier
marido conseguirás”, en realidad estábamos alimentando a esta criatura que
en el contexto actual no permite que la sociedad avance con
responsabilidad, compromiso y seriedad.
Este bache provocó que el sexo
sin orientación seria se tomara la mente de todos, haciendo que buscáramos
nuestros referentes por terceros fuera del hogar, internet y redes sociales
incluidas. El
lamentable panorama no tiene que ver con la fragmentación del núcleo familiar,
comprende en realidad lo que dejamos de hacer como padres de familia y gente de
bien por nuestros propios hijos.
Se presenta la oportunidad de
detenernos a corregir, y de inmediato se propone una ley que, sin ser discutida
a profundidad, provoca cuestionables gestiones paralelas que en realidad
deberían surgir después del consenso como sociedad y la aprobación de la ley,
para que tengamos una visión más clara de sus contenidos.
Ahora, me crea la duda, por
ejemplo, sobre la conformación y el radio de acción de una Comisión Nacional de
Salud Sexual y Salud Reproductiva, que tendrá dentro de sus objetivos, la
vigilancia y el seguimiento de la disponibilidad de métodos de planificación
familiar, pero que no sabemos quiénes la integran y cómo debería funcionar.
Asimismo, el supuesto análisis
a conciencia de los artículos del 6 al 9 del proyecto de ley que plantean la interpretación sobre
el derecho de la salud sexual y reproductiva reconocido por el proyecto a todas
las personas, que sustentan una limitación al ejercicio de la patria potestad.
Por todo lo anterior y algunas líneas más, creo que es necesario que aprendamos
a no imponer la buena intención porque se cruza con la desinformación y lo
único que crea es la división de bandos equivocados, y con ello le hacemos más
daño a nuestras futuras generaciones.
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