viernes, 19 de septiembre de 2014

Invasión: El dolor que eleva la voz


Rainer Tuñón C.

La invasión a Panamá, ocurrida el 20 de diciembre de 1989, es un acontecimiento histórico que navega entre muchas versiones, aunque nunca se ha hablado con sinceridad, duelo, formalidad o consenso.

Su historia se sigue contado sin rigor, sin hilo conductor. Sus registros permanecen en la memoria colectiva de quienes realmente sienten que algo imborrable pasó. Sus muertos siguen desconocidos; las heridas no sanan y la sociedad permanece muda, sin madurar.

La Invasión – o como se le hizo conocer en aquellos días: Operación Causa Justa – vive como un hecho borroso y diluido, de esos que oficialmente no se quieren contar.

Este año, el director Abner Benaim se acerca para alzar unas cuantas voces, con una apuesta de cine documental que logra evocar de la memoria de cientos de panameños lo que realmente se sintió, a un cuarto de siglo de lo sucedido.

El filme fue presentado en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Panamá  y tras su proyección se levantó un interesante debate entre nacionales y visitantes extranjeros sobre la importancia de que este documento tenga difusión nacional amplia para que en Panamá empiece un debate sincero que haga la purga de lo que nunca afloró después de la Invasión.

Ahora, la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de los Estados Unidos ha seleccionado al filme como representante de Panamá para participar en la carrera por los premios Oscar, un triunfo para el país, que permitirá que más audiencias en el mundo escuchen las voces de los panameños respecto a este tema. 

Sobre esta producción, el Director de la Comisión de Cine del Ministerio de Comercio e Industrias, Stephan Proaño, explica que: “la frase Prohibido Olvidar está ahora más vigente que nunca; y en la búsqueda de nuestra identidad post-canal, el arte es una herramienta inigualable y poderosa.  Más de la mitad de la población no recuerda ni tiene una conciencia clara del cuándo-qué-y-cómo de la invasión”.

Mientras tanto - contaba Abner - que Invasión “es una película sobre la memoria”.

“Para mí es un tema interesante como cineasta. Ya sé cuánto demora y cuánto esfuerzo se toma al hacer una película, así que uno no puede meterse en un proyecto así nada más. Uno tiene que hacer algo nuevo que uno sienta hacerlo y en cierto modo nos entretiene o reta, y hacer un documental tradicional sobre la invasión no era interesante para mí”, comentaba al finalizar su premiere mundial.

Así, Benaim elige la recreación y el testimonial, si escarbar en el registro documentado existente, pues su intención es mover al espectador hacia la voz y el corazón de cada ciudadano que narra dónde se encontraba cuando ocurrieron los hechos.

“Por la naturaleza del tema, como yo percibía que estaba pegada la historia oral de las cosas, en la mente de cada uno y que no había una historia consensuada, entonces  preferí hablar sobre eso”, compartía Benaím con la audiencia.

Por su parte, el Director de la Comisión de Cine del Ministerio de Comercio e Industrias, señala que como todas las producciones de Abner Benaim, la calidad de la imagen es óptima y el sonido impecable.

Apunta que el director ha sido audaz por su decisión de no valerse del archivo de imágenes de violencia y bombardeo nos lleva a concentrarnos en las historias que cuenta la gente.

“Y la palabra genera imágenes que nosotros mismos vamos creando. Así cada uno de los espectadores va haciendo su propia película. Ese carácter interactivo también se manifiesta en la presencia esporádica del investigador/entrevistador y su equipo, que son como el vehículo de nuestra propia curiosidad. Las recreaciones de escenas enfatizan el surrealismo de esa experiencia tan traumática para muchos panameños”, indicó Proaño.

Agrega Stephan que en el último concurso del Fondo Cine, el tema de la Invasión está presente, desde diversos ángulos, en tres de los ganadores. “Hay una enorme necesidad de investigar y contar”, destaca.

La invasión vista desde el cine

Existen referentes cinematográficos que han ubicado a Panamá en la colección de cinéfilos que buscan entender por qué el país se convirtió - luego de la Invasión – en material de consumo morboso para elaborar guiones basados en el Canal de Panamá, Manuel Antonio Noriega y el ataque al corazón del país.

Algunos de ellos fueron alabados por la crítica mundial, pero abucheadas por la ciudadanía panameña; otros fueron ganadores de premios internacionales, pero ferozmente cuestionadas por los sectores que apoyaron la invasión a Panamá.

La directora Bárbara Trent, realizó en 1992 lo que The Boston Herald considerase como "un coctel molotov cinemático", a través de su documental ganador del Oscar: “La decepción de Panamá”.

El documental de Trent expone cómo el gobierno norteamericano y los medios masivos de comunicación suprimieron información sobre este instante en la historia de Panamá.

Desde la presentación oficial de La decepción de Panamá hacia agosto de 1992, el documental fue exhibido en 80 ciudades y apareció en video tiendas estadounidenses en 1993, un año más tarde. "The Panama Deception", su título en inglés, fue difundido por servicios de cable a través de Cinemax en octubre de 1993 y Bravo, un canal independiente, mantiene los derechos de transmisión.

Bárbara Trent comentaba que había despertado una mañana y en las noticias, el presidente George Bush estaba diciendo que había enviado 14,000 tropas y aviones Stealth para capturar a un solo hombre.

“Nosotros supimos que tenía que haber otra razón para esta invasión. No se toman 14 mil soldados y aviones Stealth para capturar a un hombre que ni siquiera se encontraba en un bunker bajo tierra. Sabíamos que era descabellado. También sabíamos que mucha gente inocente moriría. Queríamos encontrar la verdad y decirla al mundo entero”. Así se concibió “La decepción de Panamá”.

Paul Leduc, director mexicano conocido por el filme biográfico “Frida, Naturaleza Viva”, que protagonizara Ofelia Medina, realizó en 1993 un inusual musical que pasó desapercibido en el continente americano, basado, supuestamente, en una historia real panameña: la violación de una mujer por parte soldados norteamericanos teniendo como telón la invasión a Panamá.

Con métodos de producción muy modestos, y utilizando como telón el tema de la invasión a Panamá, Leduc construyó una rica y dinámica fuente de creación y fantasía, al menos para la prensa especializada en Europa.

También, la figura de Manuel Antonio Noriega era irresistible como fuente de creación cinematográfica. El escritor de la revista New Yorker, Lawrence Wright, quien estuvo atraído por Noriega mientras leía y escuchaba sobre el cerco en la nunciatura en 1989, preparó un guión conceptualizando esta historia como una obra teatral, aunque la idea no aterrizó.

Como hubo mucho interés de Holywood en aquellos años, Oliver Stone (“Pelotón”) se sintió atraído por la historia y quiso producirla y dirigirla, contando con el protagónico de Al Pacino; sin embargo optó por realizar un filme sobre Richard Nixon.

Showtime, un canal de televisión por cable, decidió arriesgar un presupuesto de cinco millones de dólares y encargarle a Roger Spottiswoode, realizador estadounidense conocido a principios de los ochenta por la dirección del drama periodístico "Bajo fuego" (sobre la crisis en Nicaragua), el proyecto de Noriega.

Spotiswoode estaba en la dirección de la película "007: El mañana nunca muere", con Pierce Brosnan como James Bond, y se muda a Manila, Filipinas, para iniciar con la producción de "Noriega: el favorito de Dios". El único problema para darle rigor periodístico al relato era al menos una entrevista con el propio Noriega.

El filme recibió la espalda de los distribuidores estadounidenses, aun contando con un gran actor en el rol protagónico, el británico Bob Hoskins ("Mona Lisa", "¿Quién engañó a Roger Rabbit?"), quien lleva el peso real del filme.

El filme era una comedia negra que caricaturizaba la atmósfera circense posterior a la caída del General Noriega. En sus primeras escenas, Spotiswoode muestra a Hopkins como un Noriega confesándose con un sacerdote y jactándose de ser un hombre bendecido. Paralelo a esta confesión, en la selva, una tortura y asesinato para la historia de Panamá.

Por su parte, John le Carré, quien alcanzó la fama internacional con sus novelas de espionaje, enfocándose con el servicio secreto británico, gracias a su estilo realista escribió “El sastre de Panamá” y junto con el director irlandés John Boorman, lo llevan al cine contando como protagonista a Pierce Brosnan, quien buscaba alguna forma de parodiar a James Bond, personaje que le estaba dando fama y renombre mundial, pero que también lo estereotipaba como actor por culpa del efecto Bond.

El sastre de Panamá” es un film de espionaje que combina la narración clásica de Le Carré con los procedimientos posmodernos de la parodia y la desconstrucción, dirigidos con cierta gracia por Boorman.

Creando líneas paralelas entre "Nuestro hombre en la Habana", basada en la novela de Graham Greene de y dirigida por Carol Reed; "Casablanca" de Michael Curtiz y cualquier filme de la serie 007, Le Carré y Boorman crearon una comedia negra que satirizaba el género de espionaje y lo llevaron, sin mayor éxito, a niveles de simulación y mentira, propias de este tipo de cine.

Si bien es cierto, estos filmes lograron colocar en el mapa del mundo lo sucedido en Panamá, Invasión de Abner Benaim ha sido muy eficaz al elevar las voces que atestiguaron lo sucedido.

Sobre la Invasión a Panamá, decía el cantautor Rubén Blades: "el dolor que hubo aquí no habló realmente". Ahora con el filme "Invasión", y las próximas producciones serias que se hagan sobre este doloroso episodio, la memoria y esas voces tendrán su espacio para construir versiones que vayan encontrando consenso.

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