Rainer
Tuñón C.
La
invasión a Panamá, ocurrida el 20 de diciembre de 1989, es un acontecimiento
histórico que navega entre muchas versiones, aunque nunca se ha hablado con
sinceridad, duelo, formalidad o consenso.
Su
historia se sigue contado sin rigor, sin hilo conductor. Sus registros
permanecen en la memoria colectiva de quienes realmente sienten que algo
imborrable pasó. Sus muertos siguen desconocidos; las heridas no sanan y la
sociedad permanece muda, sin madurar.
La
Invasión – o como se le hizo conocer en aquellos días: Operación Causa
Justa – vive como un hecho borroso y diluido, de esos que oficialmente no se
quieren contar.
Este año,
el director Abner Benaim se acerca para alzar unas cuantas voces, con una
apuesta de cine documental que logra evocar de la memoria de cientos de
panameños lo que realmente se sintió, a un cuarto de siglo de lo sucedido.
El filme
fue presentado en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de
Panamá y tras su proyección se levantó un interesante debate entre
nacionales y visitantes extranjeros sobre la importancia de que este documento
tenga difusión nacional amplia para que en Panamá empiece un debate sincero que
haga la purga de lo que nunca afloró después de la Invasión.
Ahora, la
Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de los Estados Unidos ha
seleccionado al filme como representante de Panamá para participar en la carrera por los premios Oscar, un triunfo para el país, que permitirá que
más audiencias en el mundo escuchen las voces de los panameños respecto a este tema.
Sobre
esta producción, el Director de la Comisión de Cine del Ministerio de Comercio
e Industrias, Stephan Proaño, explica que: “la frase Prohibido Olvidar está
ahora más vigente que nunca; y en la búsqueda de nuestra identidad
post-canal, el arte es una herramienta inigualable y poderosa. Más
de la mitad de la población no recuerda ni tiene una conciencia clara del
cuándo-qué-y-cómo de la invasión”.
Mientras tanto - contaba
Abner - que Invasión “es una película sobre la memoria”.
“Para mí
es un tema interesante como cineasta. Ya sé cuánto demora y cuánto esfuerzo se
toma al hacer una película, así que uno no puede meterse en un proyecto así
nada más. Uno tiene que hacer algo nuevo que uno sienta hacerlo y en cierto
modo nos entretiene o reta, y hacer un documental tradicional sobre la invasión
no era interesante para mí”, comentaba al finalizar su premiere mundial.
Así,
Benaim elige la recreación y el testimonial, si escarbar en el registro
documentado existente, pues su intención es mover al espectador hacia la voz y
el corazón de cada ciudadano que narra dónde se encontraba cuando ocurrieron
los hechos.
“Por la
naturaleza del tema, como yo percibía que estaba pegada la historia oral de las
cosas, en la mente de cada uno y que no había una historia consensuada,
entonces preferí hablar sobre eso”, compartía Benaím con la audiencia.
Por su parte, el
Director de la Comisión de Cine del Ministerio de Comercio e Industrias, señala
que como todas las producciones de Abner Benaim, la calidad de la imagen es
óptima y el sonido impecable.
Apunta
que el director ha sido audaz por su decisión de no valerse del archivo de
imágenes de violencia y bombardeo nos lleva a concentrarnos en las historias
que cuenta la gente.
“Y la
palabra genera imágenes que nosotros mismos vamos creando. Así cada uno de los
espectadores va haciendo su propia película. Ese carácter interactivo también
se manifiesta en la presencia esporádica del investigador/entrevistador y su
equipo, que son como el vehículo de nuestra propia curiosidad. Las recreaciones
de escenas enfatizan el surrealismo de esa experiencia tan traumática para
muchos panameños”, indicó Proaño.
Agrega
Stephan que en el último concurso del Fondo Cine, el tema de la Invasión está
presente, desde diversos ángulos, en tres de los ganadores. “Hay una enorme
necesidad de investigar y contar”, destaca.
La
invasión vista desde el cine
Existen
referentes cinematográficos que han ubicado a Panamá en la colección de
cinéfilos que buscan entender por qué el país se convirtió - luego de la
Invasión – en material de consumo morboso para elaborar guiones basados en el
Canal de Panamá, Manuel Antonio Noriega y el ataque al corazón del país.
Algunos
de ellos fueron alabados por la crítica mundial, pero abucheadas por la
ciudadanía panameña; otros fueron ganadores de premios internacionales, pero
ferozmente cuestionadas por los sectores que apoyaron la invasión a Panamá.
La
directora Bárbara Trent, realizó en 1992 lo que The Boston Herald considerase
como "un coctel molotov cinemático", a través de su documental
ganador del Oscar: “La decepción de Panamá”.
El
documental de Trent expone cómo el gobierno norteamericano y los medios masivos
de comunicación suprimieron información sobre este instante en la historia de
Panamá.
Desde la
presentación oficial de La decepción de Panamá hacia agosto de 1992,
el documental fue exhibido en 80 ciudades y apareció en video tiendas
estadounidenses en 1993, un año más tarde. "The Panama Deception", su título
en inglés, fue difundido por servicios de cable a través de Cinemax en octubre
de 1993 y Bravo, un canal independiente, mantiene los derechos de transmisión.
Bárbara
Trent comentaba que había despertado una mañana y en las noticias, el
presidente George Bush estaba diciendo que había enviado 14,000 tropas y
aviones Stealth para capturar a un solo hombre.
“Nosotros
supimos que tenía que haber otra razón para esta invasión. No se toman 14 mil
soldados y aviones Stealth para capturar a un hombre que ni siquiera se
encontraba en un bunker bajo tierra. Sabíamos que era descabellado. También
sabíamos que mucha gente inocente moriría. Queríamos encontrar la verdad y
decirla al mundo entero”. Así se concibió “La decepción de Panamá”.
Paul
Leduc, director mexicano conocido por el filme biográfico “Frida, Naturaleza
Viva”, que protagonizara Ofelia Medina, realizó en 1993 un inusual musical que
pasó desapercibido en el continente americano, basado, supuestamente, en una
historia real panameña: la violación de una mujer por parte soldados
norteamericanos teniendo como telón la invasión a Panamá.
Con
métodos de producción muy modestos, y utilizando como telón el tema de la
invasión a Panamá, Leduc construyó una rica y dinámica fuente de creación y
fantasía, al menos para la prensa especializada en Europa.
También,
la figura de Manuel Antonio Noriega era irresistible como fuente de creación
cinematográfica. El escritor de la revista New Yorker, Lawrence
Wright, quien estuvo atraído por Noriega mientras leía y escuchaba sobre el
cerco en la nunciatura en 1989, preparó un guión conceptualizando esta historia
como una obra teatral, aunque la idea no aterrizó.
Como hubo
mucho interés de Holywood en aquellos años, Oliver Stone (“Pelotón”) se sintió
atraído por la historia y quiso producirla y dirigirla, contando con el
protagónico de Al Pacino; sin embargo optó por realizar un filme sobre Richard
Nixon.
Showtime,
un canal de televisión por cable, decidió arriesgar un presupuesto de cinco
millones de dólares y encargarle a Roger Spottiswoode, realizador
estadounidense conocido a principios de los ochenta por la dirección del drama periodístico "Bajo
fuego" (sobre la crisis en Nicaragua), el proyecto de Noriega.
Spotiswoode
estaba en la dirección de la película "007: El mañana nunca muere", con
Pierce Brosnan como James Bond, y se muda a Manila, Filipinas, para iniciar con
la producción de "Noriega: el favorito de Dios". El único problema para
darle rigor periodístico al relato era al menos una entrevista con el propio
Noriega.
El filme
recibió la espalda de los distribuidores estadounidenses, aun contando con un
gran actor en el rol protagónico, el británico Bob Hoskins ("Mona
Lisa", "¿Quién engañó a Roger Rabbit?"), quien lleva el peso real del filme.
El filme
era una comedia negra que caricaturizaba la atmósfera circense posterior a la
caída del General Noriega. En sus primeras escenas, Spotiswoode muestra a
Hopkins como un Noriega confesándose con un sacerdote y jactándose de ser un
hombre bendecido. Paralelo a esta confesión, en la selva, una tortura y
asesinato para la historia de Panamá.
Por su
parte, John le Carré, quien alcanzó la fama internacional con sus novelas de
espionaje, enfocándose con el servicio secreto británico, gracias a su estilo
realista escribió “El sastre de Panamá” y junto con el director irlandés
John Boorman, lo llevan al cine contando como protagonista a Pierce Brosnan,
quien buscaba alguna forma de parodiar a James Bond, personaje que le estaba
dando fama y renombre mundial, pero que también lo estereotipaba como actor por
culpa del efecto Bond.
“El
sastre de Panamá” es un film de espionaje que combina la narración clásica
de Le Carré con los procedimientos posmodernos de la parodia y la
desconstrucción, dirigidos con cierta gracia por Boorman.
Creando
líneas paralelas entre "Nuestro hombre en la Habana", basada en la
novela de Graham Greene de y dirigida por Carol Reed; "Casablanca" de
Michael Curtiz y cualquier filme de la serie 007, Le Carré y Boorman crearon
una comedia negra que satirizaba el género de espionaje y lo llevaron, sin
mayor éxito, a niveles de simulación y mentira, propias de este tipo de cine.
Si bien
es cierto, estos filmes lograron colocar en el mapa del mundo lo sucedido en
Panamá, Invasión de Abner Benaim ha sido muy eficaz al elevar las voces que
atestiguaron lo sucedido.
Sobre la
Invasión a Panamá, decía el cantautor Rubén Blades: "el dolor que hubo
aquí no habló realmente". Ahora con el filme "Invasión", y las
próximas producciones serias que se hagan sobre este doloroso episodio, la
memoria y esas voces tendrán su espacio para construir versiones que vayan encontrando
consenso.
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