Rainer Tuñón C.
La lucha entre los grandes colosos de DC Comics está teniendo
demoledores resultados en la taquilla; sin embargo, dada las primeras reacciones de
fanáticos que cuestionan la apabullante e innecesaria solemnidad al contar la
historia, la lenta e inaguantable duración del filme (considerando que la
acción es extraordinaria) - y de paso, los comentarios mixtos de la crítica
especializada-, pareciera que “Batman vs. Superman: El origen de la Justicia” apunta a convertirse en una más entre el montón de películas sobre súper héroes que provoque una revisada a todos los míticos dioses y semidioses que harto hemos digerido
a través del sub-género “peplum”, desde hace más de 40 años.
Por lo visto y aparecido en este nuevo filme de Zack Snyder ("El hombre de acero", “300” y “Watchmen”),
la inducción de personajes como Cyborg, Aquaman, Flash y la Mujer Maravilla,
como que no será suficiente para acabar con esta moda de presentar en distintos
formatos cuanto meta humano desfile, tanto en cine, televisión o plataformas de
difusión de películas tipo Amazon o Netflix.
En el duelo entre Batman (Ben Affleck) y Superman (Henry Cavill), cuyo
resultado mejora con la llegada perfecta de Gal Gadot ("Rápidos y Furiosos") como la Mujer Maravilla,
parece que el ganador en realidad sigue siendo la casa Marvel, que ha podido
llegar al aventurero que desde que era un niño se moría por ver a todos sus
ídolos, correctamente interpretados en el cine, con efectos especiales dignos
de estas aventuras.
“Batam vs. Superman”, sigue los eventos de su anterior entrega:
“El hombre de acero”, y la pieza embona muy bien al colocar a Bruce Wayne como
un testigo de la tragedia que causó el enfrentamiento entre Superman y el
General Zod (Michael Shannon).
La consecuencia de la épica batalla hace inmediata recordación del argumento de la comedia de acción “Hancock”, de Peter Berg, en
la cual la sociedad reclamaba al amargado y borracho meta humano que sus actos
heroicos costaban millones de dólares a la ciudad, por lo que estaba siendo
cada vez más rechazado.
Mientras tanto, esta disyuntiva llama la atención de Lex Luthor (Jesse Eisenberg), un
joven aristócrata "wanabí" científico, con algunos tornillos sueltos, mucho ego y grandilocuente impulso criminal, para
conseguir materiales que destruyan a Superman, con el apoyo del Senado,
contando entonces con la barrera de la senadora Finch (Holly Hunter), a quien
no le hace gracia entregarle kriptonita a una mente psicótica.
El plan de Luthor, bien orquestado, incluye sembrar suficiente odio en
Bruce, quien cuestiona las cualidades mesiánicas de Superman, y al mismo tiempo
va investigando los pasos de Lex (pudo ser mejor interpretado sin tanta
recarga, seudo locura y patanería adolescente. No es que extrañe a Gene Hackman o a Kevin Spacey en ese mismo rol).
La cadena de eventos hace que los ególatras gladiadores se encuentren y se digan a puños que uno de ellos está de más, y el resultado
se va acomodando con gases verdes ("peditos") de kriptonita, la aparición de Zod,
evolucionando hacia Doomsday (un giro a la génesis de este personaje, pues Lex Luthor en realidad no lo crea en el pasquín), y una Luisa Lane (Amy Adams) que hila delgado
entre su responsabilidad periodística y su amor por su voladora deidad.
Al final, esta película se destaca por el trabajo de Affleck, que
transmite cierta madurez al personaje, sin lograr superar al Batman concebido por
Christian Bale en la trilogía de Christopher Nolan; un mejor Alfred en Jeremy
Irons, con el respeto que merece el extraordinario Michael Caine y Diane Lane,
que aporta una interpretación que supera a la Martha Lane del filme anterior.
Lo curioso de esta cinta yace en el hecho de que precisamente lo que cuestionan al inicio, se convierte en la razón por la cual necesitan que estos vigilantes arrasen con la ciudad, con la consecuencia de pérdidas mayores que en la lucha anterior por la cual criticaron al hombre de acero.
Por todo lo demás, se trata de un incoherente, y al mismo tiempo, grandioso espectáculo visual
que nos traen el grato recuerdo de aquellos "muñequitos" que nos compraban nuestros padres y que tanto
disfrutamos ponerlos en a pelear en el inocente juego de nuestras más divertidas aventuras entre
cajas de zapatos, almohadones, sábanas, residuos de otros juguetes y los inigualables soldaditos de plástico que solíamos colocar en cualquier esquina de
nuestro hogar.
Ah, y la película deja la puerta abierta para que por fin veamos en acción a la "Liga de la Justicia", no sé si con aquellos Gemelos Fantásticos y su mascota espacial.
Ah, y la película deja la puerta abierta para que por fin veamos en acción a la "Liga de la Justicia", no sé si con aquellos Gemelos Fantásticos y su mascota espacial.
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