jueves, 3 de abril de 2014

Game Over para videojuegos llevados al cine


Rainer Tuñón C.


A los fanáticos de los videojuegos les encantaría tener al menos un referente cinematográfico que se convierta en un clásico del cine basado el imaginario virtual.


La experiencia reciente de la catastrófica “Need for Speed”, deja por sentado el hecho de que hasta la fecha no ha habido un extraordinario referente que se base en el mundo de las consolas.


Si bien es cierto, la fascinación por llevar estos modelos a la gran pantalla proviene desde 1986 cuando los japoneses decidieron probar suerte con “Super Mario Bros: Peach-Hime Kyushutsu Dai Sakusen!”,  llegamos al 2014 y las grandes productoras aún mantienen la fe en que guionistas y directores encuentren algún modelo de excelencia que permita una reconciliación entre “gamers” y cinéfilos respecto a este tema.


Seguramente pensaremos en “Resident Evil” y “Mortal Kombat”, dirigidas por Paul W. S. Anderson, junto a sus exitosas secuelas, “Tekken” o “Lara Croft: Tom Raider”, que podrían ser catalogadas como lo más selecto, sin embargo la lista es larga y la mayoría resultan ser malas películas de suspenso, acción, terror o aventuras.

De aquellas de grandes presupuestos podríamos mencionar a la pretenciosa y abusiva “El Príncipe de Persia”, con Jake Gyllenhaal, “Hitman” (Timothy Olyphant), “Max Payne” (Mark Wahlberg) o la primera versión de “Street Fighter”, aquella con Jean Claude Van Damme, tristemente recordada por ser la última aparición de Raúl Julia interpretando a Bison.

¿Y qué decir de lo peor? Se lo dejamos a Uwe Boll, quien demostró dominar en este terreno gracias a sus terribles adaptaciones de “House of the dead”, “Far Cry”, “Bloodrayne”, “Postal”, “In the Name of a King” y “Alone in the dark”.

 
Claro está, hay algunas otras malas como: “Super Mario Bros”, "Street Fighter: The Legend of Chung Li", “Doom”, “Wing Commander”, “Double Dragon”, “DOA”, “Silent Hill” y definitivamente “Need for Speed”, cuyo mayor logro estuvo al trasladar la adrenalina y la velocidad a la gran pantalla con la mínima utilización de efectos generados por ordenador.  El director de esta película, Scott Waugh, ha tenido vasta experiencia como doble de acción y  en su debut tras las cámaras fue un interesante vehículo de propaganda militar llamado “Act of valor”, colaborando con verdaderos “navy seals” del ejército estadounidense.
 

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