Rainer Tuñón C.
A los fanáticos de los
videojuegos les encantaría tener al menos un referente cinematográfico que se
convierta en un clásico del cine basado el imaginario virtual.
La experiencia reciente de la
catastrófica “Need for Speed”, deja por sentado el hecho de que hasta la fecha
no ha habido un extraordinario referente que se base en el mundo de las
consolas.
Si bien es cierto, la fascinación
por llevar estos modelos a la gran pantalla proviene desde 1986 cuando los
japoneses decidieron probar suerte con “Super Mario Bros: Peach-Hime Kyushutsu
Dai Sakusen!”, llegamos al 2014 y las
grandes productoras aún mantienen la fe en que guionistas y directores
encuentren algún modelo de excelencia que permita una reconciliación entre “gamers”
y cinéfilos respecto a este tema.
Seguramente pensaremos en “Resident
Evil” y “Mortal Kombat”, dirigidas por Paul W. S. Anderson, junto a sus exitosas
secuelas, “Tekken” o “Lara Croft: Tom Raider”, que podrían ser catalogadas como
lo más selecto, sin embargo la lista es larga y la mayoría resultan ser malas
películas de suspenso, acción, terror o aventuras.
De aquellas de grandes
presupuestos podríamos mencionar a la pretenciosa y abusiva “El Príncipe de Persia”, con Jake Gyllenhaal, “Hitman”
(Timothy Olyphant), “Max Payne” (Mark Wahlberg) o la primera versión de “Street
Fighter”, aquella con Jean Claude Van Damme, tristemente recordada por ser la
última aparición de Raúl Julia interpretando a Bison.
¿Y qué decir de lo peor? Se lo dejamos a Uwe Boll, quien demostró dominar
en este terreno gracias a sus terribles adaptaciones de “House of the dead”, “Far
Cry”, “Bloodrayne”, “Postal”, “In the Name of a King” y “Alone in the dark”.
Claro está, hay algunas otras malas como: “Super Mario Bros”, "Street Fighter: The Legend of Chung Li", “Doom”, “Wing
Commander”, “Double Dragon”, “DOA”, “Silent Hill” y definitivamente “Need for
Speed”, cuyo mayor logro estuvo al trasladar la adrenalina y la velocidad a la
gran pantalla con la mínima utilización de efectos generados por ordenador. El director de esta película, Scott Waugh, ha tenido vasta experiencia como
doble de acción y en su debut tras las
cámaras fue un interesante vehículo de propaganda militar llamado “Act of valor”,
colaborando con verdaderos “navy seals” del ejército estadounidense.
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