jueves, 14 de enero de 2016

La agreste simplicidad del renacido



Rainer Tuñón C.

Alejandro González Iñárritu es un nombre muy importante tanto en el cine latino como en el estadounidense. Desde que estrenó hace quince años su mítica ópera prima “Amorres Perros” hasta su más reciente pieza de colección titulada “El Renacido” (nominada a 12 Oscar incluyendo Mejor película, Mejor Actor y Mejor Director), el cineasta, compositor y radiodifusor mexicano, siempre ha tenido como norte mover al espectador de su zona cómoda de interpretación del producto fílmico para llevarlos rápidamente hacia las más profundas reflexiones del comportamiento del ser humano, sin importar la circunstancia que esté viviendo cada personaje inmerso en sus filmes.

González Iñárritu no espera estancarse como director de culto o artesano de películas de autor; él va más allá, buscando que la gran audiencia comprenda -a través de su propuesta- que gracias a la obra de gente como Stanley Kubrick, Werner Herzog, definitivamente Terrence Malick, David Lynch o la suya, se pueden llegar a contar historias con tiempo y sazón, dolor, intención y retribución.

Su filmografía no es vasta, pero si llena de aciertos dramáticos, que lo han llevado incluso a convertirse en el primer latino en ganarse un Oscar como productor en la categoría de Mejor Película del Año, premio que recayó en la extraordinaria tragicomedia “Birdman” y el segundo mexicano en ser considerado como el mejor director de una película de Hollywood.

En este recorrido como realizador, los actores reconocen que tienen que dar lo mejor de sí para estar a la altura del proyecto que dirige el mexicano. De allí que Gael García Bernal saltara a la fama con la nominada al Oscar por Mejor Película en habla no inglesa "Amores Perros", que a Naomi Watts y a Benicio del Toro los postularan por sus actuaciones en “21 Gramos”; que Adriana Barraza y Rinko Kikuchi obtuvieran reconocimiento por “Babel”; Javier Barmen por “Biutiful” o Emma Stone, Edward Norton y Michael Keaton por “Birdman” y que este año les toca el turno a Tom Hardy y a Leonado Di Caprio, en lo que el mismo actor comentaría antes de ganar el Globo de oro al Mejor Intérprete, que "El Renacido" es la película que más lo ha desafiado como profesional de esta industria.

En “El renacido”, filme basado en el libro de Michael Punke sobre la travesía de Hugh Glass hacia el siglo XIX, la visceral interpretación de Di Caprio en la piel del explorador que se destroza, tanto física como emocionalmente, mostrado a un hombre vuelto a nacer, cuyo espíritu de supervivencia resultó ser más poderoso que las fuerzas de la naturaleza y de la maldad del ser humano por el simple deseo de venganza, la simplicidad misma de la historia no le resta contundencia a la crudeza narrativa que muestra todas las vicisitudes que el protagonista experimenta en carne viva.

Así, en este relato, el reconocido trampero y hombre de fronteras, participaría de una expedición liderada por el General William Ashley, que los llevaría por el río Mosuori, en medio de los ataques de grupos originarios que reclamaban sus territorios. Glass y el resto de los excursionistas batallaron con una tribu de arikaras y la relación histórica fue conocida en la publicación “Missouri Gazette and Public Adviser”, de San Luis, Misouri.

Luego de este episodio, el trampero continuó su recorrido con una docena de hombres y el episodio más conocido por las leyendas se dio cuando una osa Grizzly lo atacó hasta dejarlo casi sin vida, y luego fuera dado por muerto y abandonado por sus propios compañeros de expedición. De allí, Glass sobrevivió, se arrastró y alcanzó un recorrido a casa de más de 200 millas, para poder reclamar venganza por el asesinato de su hijo.

Esta historia no es novedad en el mundo literario o del cine. La hazaña de Hugh Glass ha tenido ciertas referencias desde 1915 cuando John Neihardt escribió “La canción de Hugo Glass”, y hacia la década de los cincuentas, Dale Morgan narró algunos de estos hechos en “Jedediah Smith y la apertura del Oeste Americano”, así como Frederick Manfred escribiera la obra “Lord Grizzly”, y posteriormente en 1976 John Myers concibiera “La saga de Hugo Glass: Pirata, pawnee y montañez”, haciendo guiños al pasado del personaje como pirata, originario “honorario” y trampero de las montañas estadounidenses.

Otros libros escritos sobre este personaje se hicieron en los años noventa, destacándose “Hugh Glass”, de Bruce Bradley y definitivamente la novela de Plunke, “El Renacido”, la cual el productor y guionista Akiva Goldsman quiso llevarla al cine con Samuel L. Jackson, y posteriormente el actor inglés Christian Bale, junto con Sean Penn estuvieron cerca de producir una película sobre este interesante personaje.

Asimismo, la televisión y el cine norteamericano captaron la leyenda, y en 1966, le dedicaron a Glass un capítulo de la serie “Death Valley Days”; pero su mito se consagró con la estupenda actuación de Sir Richard Harris (¿se acuerdan del "Hombre llamado Caballo"?) para la película de Richard Sarafian “Man in the Wilderness” y fue utilizado en la película “Apache Blood” (creo que se puede conseguir en Youtube).


Lo bueno de “El Renacido”, de Iñárritu es que a través del lente del mago de la luz Emmanuel Lubezki (dos veces ganador del Oscar) y la visión conceptual del director, estamos ante una experiencia fílmica muy completa, basada en un relato sencillo que se complementa con fluidez gracias a la grandeza de su equipo artístico, creativo y coral.

Puede ser que para la gran audiencia se trate de un lento y muy violento manual de supervivencia del infernal invierno estadounidense en una de las épocas más complicadas de la historia, casi al estilo Hollywood; sin embargo, y muy a pesar de sus detractores, “El Renacido” es lo más cercano que he visto y comparado con experiencias magistrales y embrolladas como: “Aguirre: la ira de Dios”, de Herzog; “Pelotón”, de Oliver Stone, “Full Metal Jacket” de Kubrick; “El nuevo mundo”, de Malick y definitivamente “Apocalipsis Ahora”, de Coppola, por lo caótico que se siente el cuento, tanto dentro como fuera del celuloide.


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